• La doctrina no se va a tocar pero la confusión sobre la misma entre los fieles aumenta y, me temo, aumentará más.
  • Los prelados progres están crecidos y han convertido el Sínodo en una jaula de grillos. Eso sí, se trata de una jaula opaca.
  • Ya sabemos, al menos, de tres problemas: episcopalismo, 'misericorditis' y sentimentalismo.
Al parecer, no hay manera de enterarnos de lo que ocurre en el Sínodo de la Familia. Salvo por la presencia de algunos de los participantes en la reunión. Al parecer, es Primavera en la Iglesia pero se trata de una primavera bastante nublada y no se ve mucho. Retazos de niebla: el asunto de fondo sigue siendo el mismo: haylos, dentro y arriba de la Iglesia, que pretenden normalizar -legalizar- el sacrilegio: es decir, que se comulgue en pecado grave, como se presume -presuntamente- que lo hace quien vive al margen de los mandamientos de la Iglesia: por ejemplo, un homosexual o un divorciado y vuelto a casar o a convivir con una segunda. Como la cosa es tan bestia, y como es doctrina que nadie puede cambiar, la progresía clerical -la madre que la peinó- está buscando salidas paralelas. Por ejemplo tres: 1.Episcopalismo. Que decida cada obispo o cada conferencia episcopal, que queda muy moderno y colegiado. Y entonces es cuando ha tenido que salir el cardenal Joseph Kurtz, presidente de los obispos norteamericanos, a explicarnos que, si se trata de una cuestión doctrinal, nada menos que sobre la eucaristía, no puede solventarse con una decisión episcopal, sino que debe ser universal. La Iglesia es una, no centenares de episcopados. Esto del episcopalismo es herejía, más bien espíritu de cisma, muy antigua en la Iglesia. Pero no cuela, Lionel. 2.Misericorditis. Derivada para salvar los trastos progres expuesta por varios prelados, el último el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal: el pequeño detalle de si los divorciados y vueltos a casar debe estudiarse "caso por caso", bajo la luz de la misericordia (ante todo misericordia, Lionel) y así, caso a caso, podemos hacer un montón de casos que generalice 'el caso'. En plata: que comulgue quien le dé la gana y como le dé la gana. No por conculcar la doctrina, claro está, sino por misericordia. Vamos, que más que de misericordia hablamos de 'misericorditis'. 3.Sentimentalismo. De entrada, cuidado con lo que dice le padre Santiago Martín. Asegura el pater que 13 cardenales escribieron una carta privada al Papa Francisco expresando su preocupación por la derivadas del Sínodo de la Familia. Ahora se ha filtrado, algo que recuerda a aquella filtración de documentos contra Benedicto XVI y que ha llevado al prefecto de la doctrina de la fe, Müller, a hablar de un nuevo Vatileaks. El peligroso jesuita Antonio Spadaro, entrevistador de Francisco, muy progre él, ha escrito en un tuit que esos cardenales eran 'momias', otra muestra de misericordiosa caridad por parte de los de la primavera eclesial. Pero Santiago Martín dice algo más: cuenta el caso, al parecer salida del Sínodo, de niño que hacía la primera comunicación y partió la forma para darle a su padre, divorciados, parte de su comunión. Yo le arreo un puntapié en el trasero al niño y al padre a la misma altura pero por la parte delantera. Esos misericordiosos lo son con todos y todas menos con el sacrificado en la Eucaristía: Cristo. A Ése se le puede hacer de todo. Como bien dice Martín, el sentimentalismo no es buena guía para el Sínodo. ¿Me preocupa la doctrina que salga del Sínodo? No, no me preocupa. Es el Espíritu Santo quien se encarga de la doctrina y, en su aspectos esenciales, esa doctrina no puede cambiar. Al final, el Papa decidirá y decidirá bien. Lo que me preocupa es que este Sínodo de la Familia termine en Sínodo de la confusión. Lo de siempre, que nadie espere que las conclusiones definitivas cambien nada la doctrina pero la confusión creada es enorme. Eulogio López eulogio@hispanidad.com