- El hombre busca, ante todo, su dignidad.
- Al final, el problema de Fukuyama es que la dignidad a la que aspiraba se queda en el hombre sin trascender a su condición de hijo de Dios.
- Y entonces es cuando la dignidad puede confundirse con la soberbia.
Lo cuenta don
Francis Fukuyama (
en la imagen),
el politólogo de moda, aún en Estados Unidos: "
La lucha fundamental del hombre es por el reconocimiento de su dignidad como ser humano". Por eso, asegura que la democracia es el sistema ideal de Gobierno.
Bueno,
yo también creo que lo es, suprimidos todos los demás, of course.
Ahora bien, de dónde le viene al hombre su dignidad. ¿Se la auto-otorga? A ver si va a resultar que
la dignidad no es otra cosa que soberbia (y en muchas ocasiones de soberbia se disfraza).
El problema de Francis Fukuyama, como autor,
no radica en su determinismo (que también) sino en que
prescinde de Dios. Porque, ¿cuál es la razón, la causa, el origen, de la
dignidad del hombre? Pues que es hijo de Dios. Por eso podemos hablar de
fraternidad entre los hombres: porque hay un padre. No hay fraternidad sin paternidad, no hay hermanos sin padres,
no hay engendrados sin engendradores.
Vamos ahora con el determinismo. El pensador norteamericano de origen japonés falla cuando establece un proceso natural, casi fatalista. Es decir: esto es lo que va a ocurrir, independientemente de la voluntad del hombre. Y entonces, ¿dónde queda la libertad? Si todo va a ocurrir de forma inapelable: ¿Dónde queda la libertad?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com