- Y encima les dice que el confesionario no es una lavandería. Hay que avergonzarse del pecado.
- Es decir, que el perdón de poco sirve sin el arrepentimiento del perdonado.
- Porque el hombre siempre vive arrodillado: ante Dios o ante su propia miseria, ante el pecado
- ¡Qué horror! Este Papa les está saliendo rana a los progres.
Lo cuenta
la Agencia Zenit. El
Papa Francisco ha mandado a los curas al confesionario. Por
Cuaresma, pero sin plaza de caducidad una vez que ésta termine.
Y encima asegura el
Pontífice que el confesionario no es una lavandería y que
hay que avergonzarse del pecado, que es una forma porteña de decir que el perdón de nada vale sin el arrepentimiento del perdonado.
Distinguir una iglesia buena de una mala es fácil:
basta comprobar si la garita del confesionario está ocupada o perpetuamente vacía.
Porque el hombre siempre vive arrodillado:
ante Dios o ante su propia miseria, ante el pecado. Créanme: es mejor ante Dios. Mucho más placentero. Y confesarse no es propagar el sentido de culpa sino
librarse de él. Sólo hace falta un adarme de humildad.
Pero esto, no sé si han caído en la cuenta, es muy grave.
De hecho,
la prensa progre ya empieza a renegar de Francisco. Cuatro años de muchas promesas incumplidas. Ni hace curas ni obispas. Ni tan siquiera consagra a un gay.
Así no vamos a ningún sitio. Este Papa no es tan progre como parecía. Nos ha engañado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com