• Cinco matizaciones a un consenso falso.
  • La violencia de género, un fenómeno tan inadmisible como previsible.
  • Cuando el amor en la pareja se convierte en bronca cada cual echa mano de sus armas.
  • Otrosí: la única violencia no es la violencia psíquica.
  • El feminismo ha desmoralizado a la mujer. Con ello ha degenerado. Con esto se ha desquiciado.
Jornada contra la Violencia de Género. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha comparecido en Moncloa ante los medios para escenificar -últimamente escenifica mucho- el único consenso político total: la lucha contra la violencia de género y contra el pérfido macho. Es decir, una de las grandes mentiras del mundo actual. Previamente, había publicado en La Razón un artículo titulado "Unidad y determinación con la violencia hacia las mujeres". ¿Y por qué hablo de una gran mentira? ¿Acaso estoy defendiendo los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas?  La respuesta es esta: ¿Necesito aclarar que no pretendo nada parecido? Y más: ¿alguien necesita aclarar en España que nadie, absolutamente nadie, aplaude que un varón mate a una mujer? No, no lo necesita, porque nadie aplaude el homicidio de la mujer (del niño nonato, en el aborto, sí que lo aplauden). De hecho, en el precitado artículo, el presidente del Gobierno de España asegura que el 92% de los españoles considera inaceptable la violencia contra la mujer. Vale Mariano, pero lo único asombroso de esa afirmación es el que hay un 8% de españoles que sí la aprueban, salvo que estemos en el "No sabe, no contesta". Y cuando una estadística da resultados del 100 por 100… pues no sirve para mucho. Lo que ocurre es que los políticos han logrado el consenso en el error. Y no obstante, reitero que todo el montaje sobre violencia contra la mujer es eso: un montaje, un cúmulo de mentiras y de exageraciones interesadas. Razones:
  1. La violencia física del hombre contra la mujer es lógica. Inaceptable pero lógica. Cuando ambos sexos discuten, cuando del amor nunca más se supo, cada uno echa mano de sus armas: el hombre de su fuerza bruta. Hay que dolerse pero no hay que extrañarse. No se lo van a creer pero no siempre es la mujer la que lleva la razón en la discusión.
  2. La violencia física no es la única que existe, especialmente en la pareja. Y en otros tipos de violencia la mujer no es más débil que el hombre. Psicológicamente, si la mujer fuera inferior al hombre, entonces la mujer sería más idiota que el varón, cosa que no estamos dispuestos a aceptar, ¿verdad que no?
Llamamos sexo débil al femenino sólo porque necesita sentirse estimada, y lo necesita aún más que el hombre. De hecho, toda la violencia ejercida por el varón contra la mujer se queda en nada comparada con la violencia que ejerce la mujer contra su propio hijo al abortar. Es cierto que en el aborto también es culpable el varón porque el hijo es cosa de dos, pero la mujer es la más directa responsable del asesinato de su hijo.
  1. El feminismo ha impuesto al varón, en nombre de la igualdad, una serie de cargas que sólo los lerdos aceptarían.  Por ejemplo, se acepta que es la mujer quien decide el número de hijos que tiene la pareja. Es más, puede acabar con sus hijos sin ni tan siquiera contar con el varón.
Es decir, que el hombre se convierte en un semental, papel muy poco digno para una criatura racional. Aquí opera la respuesta que diera Paul Newman cuando le preguntaron por la razón de su estabilidad matrimonial (con su segunda mujer, que conste): "Está claro -respondió el actor- se trata de una distribución de funciones: mi esposa se encarga de las cuestiones menudas y yo de las importantes Por ejemplo, ella deseaba educar a nuestros hijos de la forma "A" y yo de la forma "B". Les educamos de la forma "A". De hecho -insistía el actor-, puede decirse que toda nuestra forma de vida -amigos relaciones sociales, lugar de residencia, horarios, etc.- y otras menudencias las decide mi mujer. Ahora bien, las cuestiones realmente importantes, por ejemplo si China debe estar o no en el Consejo de Seguridad de la ONU, eso es cosa mía.
  1. Las parejas actuales entienden poco de compromiso. En lugar de terminar en la cama su amor… en la cama es donde comienza.
  2. La píldora y la incorporación de la mujer al trabajo (¿ya se han escandalizado? ¿Ya se han rasgado las vestiduras?) han alejado a la mujer de la maternidad y la educación de sus hijos, sin duda su contribución más importante a la sociedad. A cambio, no sólo no hemos tenido menos hijos, envejecido la población sino que, además (¿han terminado de rasgarse las vestiduras?) ha provocado un triste camino en muchas mujeres: por desmoralizadas, degeneradas; por degeneradas, desquiciadas.
Lo digo con mucha pena, porque si la mujer está desquiciada toda la sociedad está desquiciada. Pero alguien tendrá que decirlo aún a riesgo de que se rompa "el consenso" sobre la patraña de la violencia de género, un fenómeno tan inadmisible como previsible. Por cierto, la sociedad antigua no era aquélla en la que el hombre trabajaba fuera de casa y la mujer dentro. Era aquélla donde los dos trabajaban en casa. Eulogio López eulogio@hispanidad.com