Decíamos ayer que con el cese de Juan Hermoso como ejecutivo de El Corte Inglés  -aunque seguirá manteniendo sus cargos de Consejero de la firma y patrono de la Fundación Ramón Areces- Dimas Gimeno (en la imagen) perdía su principal apoyo en la pugna -sí pugna- que mantiene con las dos hijas adoptivas de Isidro Álvarez, Marta y Cristina, así como con los patronos de la Fundación Ramón Areces, Florencio Lasaga y Carlos Martínez Echavarría.
El Corte Inglés tiene un modelo de ventas que no debería caer en manos de una empresa extranjera
Pues bien, El Corte Inglés necesita que el nuevo presidente, Dimas Gimeno, sobrino de Isidoro Álvarez, formado en los grandes almacenes desde abajo, como su tío, tenga manos libres para afrontar la reconversión a la que están abocados los grandes almacenes más famosos de España. Sobre todo, cuando no lo ha hecho nada mal hasta ahora. Las ventas han aumentado y empieza a mejorar, levemente, la atención al público. Pero no es el único reto que debe afrontar Gimeno. En primer lugar debe reducir su apalancamiento -mucho más que refinanciar- y recuperar la mayoría de la financiera de El Corte Inglés, base de su negocio, hoy en manos del Santander. También se está planteando Gimeno una reducción de horarios de apertura o cierres parciales de tiendas no rentables. No nos engañemos, el nuevo presidente ha heredado un exceso de oferta. Y mejorar el entusiasmo de la plantilla sin el cual es imposible ofrecer un buen servicio. Un proceso, insisto, comenzado, pero ni mucho menos concluido. Dimas Gimeno está capacitado para ello, pero tienen que dejarle hacer, aunque no controle más que un 7,5% del capital. Lo otro sería suicida. El Corte Inglés implantó en España un modelo exitoso pero que ha sido golpeado por la crisis y por fórmulas, especialmente francesas, sin olvidar Mercadona, que le ha hecho mucho daño. Gimeno es consciente de ello y estaría impuesto incluso a vender todo lo que se parte del modelo primigenio: venta de calidad localizada en lo más grande o en lo más pequeño y cercano. Pero tienen que dejarle hacer. No por su bien, sino por el bien de El Corte Inglés. Todo el clan Areces debería tomar carta en el asunto y dejar hacer al sucesor. Si no, podría significar el fin de El Corte Inglés, tal y como lo conocemos ahora. Por ejemplo, con su caída en manos de una multinacional extranjera. Ni más ni menos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com