• ¡Ay madre! La ciencia era pura y se nos ha vuelto espuria.
  • Y algo sofista… y un pelín cretina.
  • La neurogénesis asegura que el cerebro piensa. Y de ese absurdo ha hecho una ciencia y, lo que es peor, una filosofía.
  • El vacío no es la nada. Simplemente, se trata de otra composición molecular. Tampoco por ahí podemos prescindir de Dios.
  • El nuevo invento científico es la religión de la duda.
  • No se crean: la Iglesia de la duda exige mucha más credulidad que cualquier otro credo.
Decíamos ayer que la ciencia había dejado ser de ser pura para convertirse en espuria. Toda la obsesión del científico moderno consiste en encontrarle un sustituto al Creador, en prescindir de Dios y, mayormente, en convertirse en dioses. El científico nunca podrá crear, el oficio de Dios, pero los más orgullosos de ellos pretenden dar razón de su existencia, una tarea asimismo divina, inasequible para los mortales. Es decir, que la ciencia se nos ha vuelto soberbia y un pelín cretina. Quizás por ello, ha surgido lo que podríamos llamar cientifismo mágico. Ejemplo: la neurogénesis, nuevo búnker de científicos empeñados en demostrar que pueden prescindir de Dios para explicar la realidad. Los 'neuros' se han empeñado en que el cerebro piensa y, a partir de ahí, ya pueden prescindir del creador. Sí, ya se que ese argumento es un absurdo porque pende del apartado inmaterial de la persona. Por eso lo califico como ciencia mágica. Supongo que tienen la esperanza de que si algo material, tan material como una roca, puede pensar pueden prescindir del creador… 'quod erat demonstrandum'. Más ciencia mágica que es como el realismo mágico pero con pretensiones aristocráticas, que de endiosamiento hablamos. Consiste en mantener una aureola, conste, sobre el concepto de vacío. El vacío nunca es vacío: es tan material como una piedra de granito. El vacío según los científicos serios, aquellos que no quieren ser dioses, no es más que una zona con baja densidad de partículas, Pero claro que es material. Dicho de otra manera: el vacío no es la nada y, nuevamente, de la nada no sale nada. Ni materia ni espíritu. Salvo que alguien lo extraiga. Al parecer, no hay forma de librarse de la obsesión de aquel individuo apestoso para todos los endiosados, llamado Aristóteles, que mantenía la curiosa teoría de que todo tiene una causa anterior que lo ha engendrado, y así sucesivamente hasta llegar a la causa primera que, aquí está la clave, posee en sí misma la existencia. A esa causa es a la que llamamos Dios. Lo irritante es que nadie ha logrado superar esa interpretación. Y les aseguro que Aristóteles no era un pío cristiano. Pero al final, insisto, lo mejor para el científico que pretende ser como Dios es refugiarse en la muy científica Iglesia de la duda, es decir, pasar del objeto al sujeto, de la ciencia al científico. No niego la existencia de Dios, sólo manifiesto que dudo de su existencia o que no puede comprobarla. Suele pasar: si nos ceñimos a la materia no podemos explicar lo inmaterial. Segunda parte de la Religión de la duda: la verdad no existe o no puede ser encontrada, pero os conmino a que aceptéis la verdad transitoria que os impongo. Chesterton lo explicaba mucho mejor que yo: "lo que proclama el hombre de ciencia es que está siempre dispuesto a abandonar una hipótesis y, sin embargo, persigue en nombre de la hipótesis. El inquisidor proponía violentamente su credo porque este era inmodificable. El 'savant' lo impone violentamente porque puede cambiar al día siguiente". Y lo que es mejor, o más grave: presumen de ello. La ciencia, aseguran, constituye "la primera religión experimental y no doctrinaria. Todas las demás iglesias establecidas se han fundado en el hecho de que alguien ha descubierto la verdad. Esta es la primera iglesia basada en el hecho de no haberla descubierto". El científico, que no la ciencia, se nos ha vuelto orgulloso -quiere ser dios- y cretino. Exige que le subvencionemos y que le honremos, aún cuando nada ha descubierto en beneficio de la humanidad y, en ocasiones, lo ha hecho en su claro perjuicio. Al menos, debería exigirlo con un poquito más de humildad. Quiere ser dios y no llega a ídolo de metal. Eulogio López eulogio@hispanidad.com