- Hay que tener cara para condenar el burkini y defender la impudicia del monokini.
- No es una cuestión de conveniencia coyuntural sino de verdad universal.
- La promiscuidad y la prostitución se han convertido en la poligamia de muchos occidentales.
- No hay que asombrarse. El progresismo siempre ha sido eso: "Abajo los curas y arriba las faldas".
El
Consejo de Estado francés ha decidido que el burkini es legal. El alcalde de Niza no puede prohibirlo. El primer ministro socialista,
Manuel Valls, así como el líder de la oposición ex presidente de derechas,
Nicolás Sarkozy, braman: aseguran que permitir el
burkini árabe atenta contra la laicidad (o sea, el laicismo) y los valores de la República.
O sea, que un Occidente impúdico pretende prohibir un quizá exagerado pudor árabe y que incluso puede ser una muestra del machisimo árabe (ojo, no una causa sino una consecuencia) pero que
el laicismo europeo pretenda prohibir el burkini, cuando aplaude la exhibición de glándulas mamarias y lo que haga falta, hombre, pues tiene su aquel: ¿Prohíbes el burkini y
alientas el monokini?
Lo mismo con la poligamia. Los musulmanes responden que a fin de cuentas, nosotros también somos polígamos. En efecto, el divorcio no es más que un divorcio sucesivo, y la promiscuidad y la prostitución se ha convertido en la
poligamia de muchos occidentales.
En cualquier caso, el asunto entre el
burkini y el tanga no es una cuestión de libertad sino de verdad. No se trata de preguntarse lo que se puede hacer sino lo que debe hacer.
¿
Por qué el islam prohíbe el exhibicionismo en la vestimenta, ojo, tanto de hombres como de mujeres? Pues porque el pudor y la modestia son dos virtudes mientras la impudicia y la impureza son dos defectos.
Y hablando de virtudes y defectos, cuidado con ese otro argumento o falacia de que no hay que enseñar a policías deteniendo a tapadas islámicas porque
eso podría ser utilizado en las redes sociales contra occidente y a favor del
terrorismo islámico. Ya ven: haz esto no porque sea bueno o malo, verdad o mentira… sino por alguna otra razón.
Pero lo importante son los
valores republicanos. O sea, enseñar las tetas a tiempo y a destiempo.
Tampoco es para extrañarse. El progresismo siempre ha sido esto: "Abajo los curas y arriba las faldas".
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com