Sr. Director:

Desgraciadamente hemos comprobado, en el pasado 2020, la fragilidad de los sistemas mundiales frente a pandemias como la que sufrimos, que no se resuelven con ademanes populistas ni prejuicios ideológicos. De poco han servido las recetas y las mentiras confortables de los ideólogos de turno. Esta crisis nos obliga a redescubrir el fondo de lo humano, que es siempre apertura al Infinito. Nos empuja a construir la cultura de la solidaridad, a trabajar juntos más allá de clichés ideológicos, a mejorar la cooperación entre la iniciativa social y los Estados.

2021 nos va a ofrecer la oportunidad de vivir con más seguridad la realidad de la familia, como ha subrayado el Papa al convocar un Año especial dedicado a ella. Al quitar la hoja final del calendario, tendremos un buen momento para hacer memoria, no para protestar y maldecir, sino para reconocer, a través de la fatiga y el dolor, que la vida humana es siempre un gran bien. Por eso es justo y realista desearlo para todos.