A veces se oye hablar del él, muy poco, en susurros.
Alguna que otra película parece mostrarlo, en lo oscuro.
Pero el gran éxito conseguido es que no se hable, que se le ignore,
como si su existencia una quimera fuera, un mito; pasar desapercibido.
La plaza estaba desierta, pequeña, mañanera, de la montaña dueña.
La iglesia silenciosa, callada, en piedra viva construida,
invitaba a rezar a aquel que la habitaba; estando sin estar,
mas llenando en el silencio de su presencia toda la estancia.
No había multitudes como en tiempos ya lejanos,
fueron entrando algunos peregrinos, también aldeanos,
que atendieron devotos a la Santa misa, recuerdo de otros tiempos
que la comodidad, el bienestar, la tibieza, de aquel Amor fueron alejando.
Encaminaste tus pasos hacia la montaña, unos pinos en lo alto eran tu destino.
Camino pedregoso dónde unos niños sucesos sorprendentes, sufrieron y vivieron.
Un Arcángel, El Hombre que en la Iglesia habita y una bellísima mujer,
Madre de madres; con ellos hablaron y solo ellos vieron.
Unas voces, unos gritos inhumanos que jamás tus oídos habían captado,
al bajar de la montaña, en el pueblo resonaron.
A medida que a la plaza te acercabas, más y más fuertes sonaban.
Salían de la Iglesia y unos jóvenes y viejos miraban horrorizados, asustados.
Entraste en el templo y allí estaba él, en el cuerpo de una mujer joven
que entre otros tres sujetaban, mientras de su boca desencajada
y su cara transformada, salían aquellos gritos, aquellas voces
que a aquel cuerpo no correspondían, que asustaban y atronaban.
Un sacerdote, con agua bendecida la asperjaba, invocando en nombre
del Hombre que la Iglesia siempre habitaba, que aquel cuerpo
al que el maligno dominaba, lo dejara libre, para siempre lo abandonara.
A ello se resistía con voces y rugidos que no eran de voz humana.
Con un último bramido y blasfemas voces desgarradas;
el cuerpo de la joven , abandonó aquel espíritu inhumano, que la esclavizaba.
Se hizo un gran silencio, callaron las invocaciones y los rezos
Y un beso de amor indescriptible fue por la boca, hasta hace poco desencajada,
desfigurada, depositado en el signo de contradicción, escándalo para unos,
para otros de salvación muy amado. Una Cruz de palo.
J. R. Pablos
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14/12/24 07:00