Sr. Director:
Se acaban de celebrar las elecciones presidenciales en Ecuador, para sustituir a un coherente, sensato y maravilloso presidente, que no puede continuar por imperativo de la Constitución: Rafael Correa. Un personaje controvertido, sencillo y valiente, criado y educado en una familia modesta, tuvo una infancia muy difícil y no exenta de tragedias.
Después de la intrincada situación política que le precedió en su país, Correa supo sacarlo adelante, con tesón y, tal vez, con no demasiados aciertos. Es preciso señalar que su ideología política se encuadra en un terreno marcadamente izquierdista.
Pero he pronunciado, entre sus virtudes, la cualidad de valiente, algo que le caracteriza frente a lo políticamente correcto de la mayoría de políticos actuales, incluso los que nos resultan más cercanos y familiares. Rafael Correa ha sido capaz de superar la presión de los lobbys LGBT, sin amedrentarse con sus amenazas ni dejarse comprar con sus promesas, como les ha ocurrido a tantos organismos internacionales y gobiernos de todo el mundo.
El presidente de Ecuador manifiesta con gran cordura y sabiduría su claro antagonismo a la ideología de género que nos quieren imponer estos lobbys y los que a ellos claudicaron, y lo razona con gran acierto, priorizando siempre la libertad frente a estos abusos radicales.
Se expresa con sencillez y destreza contra el crimen del aborto y, con mucha inteligencia, argumenta su firme refutación a los nuevos modelos de matrimonios que intentan "colarnos" estos colectivos.
Hay que felicitar al pueblo ecuatoriano por el gran hombre que les codujo durante 10 años, honesto, audaz e intrépido. Tal vez el sustituto obtenga más éxitos económicos, sociales, políticos o de otro tipo, pero lo conseguido por Rafael Correa, es algo muy importante y nada desdeñable.
Pablo D.
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10/12/24 06:27