Sr. Director:

Creo que todavía se le puede llamar “al pan pan y…”, aunque no sé si nos quedará mucho tiempo. Pero mientras, hay que denunciar públicamente las actitudes autócratas de nuestro presidente del gobierno, no sin antes asegurarnos de su veracidad para evitar facilitarle una razón que le permita justificar el control de nuestros pensamientos.

En estos días se ha implantado el estado de alarma que da cobijo al “toque de queda” en todo el País; en el estado de alarma, el poder ejecutivo -el gobierno- se encuentra con las manos libres para suplantar al poder legislativo e imponernos, sin control de nadie, sus manipulaciones ideológicas. De ahí que pretenda tener este privilegio durante 6 meses y decir, como el Rey Sol: “El Estado soy yo”.

No es preciso recordar su ineptitud y desinterés para afrontar la pandemia que nos invade, ni tan siquiera las interminables mentiras que hemos tenido que soportar calladamente. Pero es repugnante que, tras la experiencia del primer embate del virus, el gobierno disfrutara de unas plácidas vacaciones en la playa y la segunda embestida nos haya pillado “con el culo al aire”.

Muchos son los asuntos que guarda en su mente el déspota Sánchez para legislar sin el freno del poder legislativo y para eso pretende apropiarse del recurso de la alarma. Ya vimos como retiró las denuncias judiciales por su mala gestión de la pandemia, sin razón alguna, por el control parcial que tiene de la Justicia. Igualmente las supuestas irregularidades de sus amigos de Podemos. También las irregularidades de algunos de los ministros, que ya se olvidaron por orden del “Jefe”. Sus propias falsedades. Las maletas de Ábalos, ¿dónde están? Pero la mayoría de los medios de comunicación callan. ¿Aún dudas de que estén comprados? Decía Francisco Zarco: “La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y la civilización”. Nuestro presidente ha descargado ese arma poniendo con ello fin al progreso y a la civilización, afirmando sin rubor que “cuando comete una tropelía, siempre encuentra algún imbécil dispuesto a justificarlo en derecho”, parafraseando al Rey Federico II.