Sr. Director:
Si en algo ha demostrado hacerlo muy bien nuestro Gobierno Sánchezstein ha sido en fomentar el enfrentamiento entre españoles y en su querencia por la cultura de la muerte, aunque a ellos les guste más denominar a todo esto recuperación de la memoria, profundización en la democracia, avance progresista en los derechos humanos, y cosas así... Pero la letal realidad es que allí donde gobiernan y legislan suele aflorar siniestramente todo lo relacionado con la muerte; ya sea revolviendo fosas y desenterrando cadáveres, ya sea facilitando que se impida nacer a los seres humanos más indefensos e inocentes, bajo el eufemismo de interrumpir el embarazo de sus madres, o ya sea procurando la solución final a enfermos y ancianos bajo el no menor eufemismo de ofrecerles una muerte digna. Y como la cabra siempre tira al monte, la muerte les sale a veces a su paso incluso sin parecer que lo persigan, sino por mera dejación, desorganización o incompetencia en la gestión de sus funciones. Ante un Gobierno con tan probada afición mortuoria, se comprende aún mejor que estos días prefieran hablar de solsticios y de «fiestas del afecto», eludiendo como motivo central de las celebraciones el Nacimiento de un Niño, que se encarnó para traer vida y dar sentido a la muerte. Infeliz vanidad ésta de quienes pretenden acabar con la feliz Navidad.