Sr. Director: Mis piernas vuelven a temblar cada vez que recuerdo los horribles momentos que pasamos los españoles cuando la prima de riesgo llegó alcanzar los 630 puntos en los mercados. Una cifra que significaba demasiadas cosas negativas: la intervención de España, fuga de capitales, congelación de préstamos, el Estado de bienestar se hacía insostenible, etc. Muchos países europeos presionaron entonces al presidente del BCE, Mario Draghi, para que actuase en consecuencia. Exigiéndole que comprase deuda soberana  para poder alejar a los especuladores tendenciosos que solo buscaban desgraciar Europa y extraer de las ruinas alguna ganancia. Cuando Dragui accedió y dijo aquello de «haré todo lo necesario por preservar el euro», no todos nos relajamos. Porque, aunque la prima bajo, Alemania emprendió una dura batalla legal contra el BCE por considerar que su comportamiento era ilegal. Recientemente el Tribunal de Justicia Europeo se acaba de pronunciar. En su sentencia da la razón al BCE y ampara la compra de deuda pública de aquellos países que lo necesiten ¡Menos mal! Porque si el recurso lo hubiera ganado Alemania -y su egoísmo- la UE de nuevo hubiera comenzado a zozobrar. Jon García Rodríguez