Sr. Director:
En la primera reunión de profesores, del centro educativo donde me acababan de contratar, que asistí, era un profesor joven, recién acabados los estudios de Ingeniería Agrícola y con gran interés en inculcar en los jóvenes agricultores los avances en estas materias.
Era el inicio de los años setenta, después de haber hecho mi exposición maximalista sobre como deberíamos actuar, Manel, profesor experimentado, catedrático en la escuela de magisterio, se echó a reír, y con él el resto de profesores. Pregunté por qué lo hacían y Manel respondió: porque se notaba que estaba en la primera etapa de la vida de un profesor, mostraba ser un Sancho el Fuerte. Y explicó el resto de etapas (Sancho el Sabio,… Sancho Panza) y que caracterizaba cada una de ellas.
Y es que cuando digo etapas de hombre me refiero también a la mujer, claro. Aunque precisamente al ser iguales como personas y diferentes por la modalización sexual, esto hay muchos que no lo admiten, esas etapas tienen colorido e intensidad diferentes.
La etapa central del hombre, ser sabio (Sancho el Sabio), que no es ser listo o muy inteligente, como en el profesor, es saber ponderar, aquilatar, aceptar y aceptarnos y aceptar a los demás.
Al escribir siempre, soy muy consciente de que una cosa es predicar y otra hacer o ser. Puede dar la impresión de que lo que uno dice es fácil para unos tipos raros amantes del camino estrecho. No, yo y el creyente tenemos dudas y miserias y contradicciones más inexplicables en quien es consciente de ello que quien no.
Sabios y también sencillos, que no simples y menos en sentido peyorativo.
Domingo M.
Las empresas familiares se rompen. Del Pino fue el pionero, los Botín y los Entrecanales, los próximos
13/12/24 16:58