Sr. Director:
La memoria es flaca y tenemos la necesidad de rememorar aquello que pueda incidir en nuestras vidas, tanto de forma positiva como negativa. Es así que, tristemente, en la época que vivimos, hay hechos que debemos tener en mente para evitar repetir los errores y fracasos que ahora padecemos consecuencia de un gobierno sumamente nefasto y mentiroso, que se ampara en el olvido del ciudadano para no sufrir sus consecuencias. Por eso quiero hoy, una vez más, recordar sus osadías, sobre todo a los bienintencionados; los perversos no harán caso nunca a la razón. Y todos sabemos y recordamos bien que estamos a la sombra de un ejecutivo que se inició en la mentira, siguió con la mentira y permanecerá en ella por siempre. Hasta tal punto se ampara en los abusos y triquiñuelas que, en más de 40 años de democracia, nunca el Consejo General del Poder Judicial se había visto obligado a recriminar tres veces a un mismo gobierno sus injerencias en la labor de los Tribunales; y menos aún, nunca el órgano de gobierno de los jueces tuvo que hacerlo en solo diez meses y posteriormente en más ocasiones. Eso es lo que está ocurriendo ahora con el Ejecutivo de Pedro Sánchez contra la Judicatura sumida en un hartazgo inédito por las presiones, coacciones y amenazas que recibe sistemáticamente desde la misma mesa del Consejo de Ministros. Nunca profesionales de la información habían sido atacados o despedidos de sus medios por pronunciarse en la verdad y con ella molestar a este gobierno; citemos a modo de ejemplo César Calderón, Alfonso Ussía, Alfonso Rojo, Vicente Vallés, etc.
Claro está, si recordamos el origen de Sánchez, Secretario General del PSOE, cuando ya iba siendo conocido por sus compañeros, le despidieron de ese cargo. Los que mejor le conocían afirmaban con rotundidad que expelía odio por todos los poros de su cuerpo y su único afán era ocupar el poder a costa de lo que hiciera falta. Al sentirse despreciado de esa forma, montó en cólera y “arañó” en todas las sedes de su partido para lograr la restitución del cargo, cosa que logró con acuerdos supuestamente no muy éticos. Mintió, como hace siempre, presentando un currículum falso, pues se basaba en una tesis doctoral que no realizó él y que estaba repleta de plagios.
Como carece de escrúpulos, cualquier pacto le es útil con tal de dar satisfacción a su ansia de poder y negoció con lo peor de la política española, filoterroristas, independentistas, comunistas radicales de corte chavista y otros similares; no encontraba razón ética alguna que le frenara de sus desmanes y así entregó nuestro bienestar y nuestros valores a cambio de cesiones incomprensibles a quienes desprecian a España, mostrando de esta forma que él tampoco aprecia a nuestro País ni a los españoles; prueba evidente de que le importamos “un rábano” es la deuda pública a que nos está sometiendo, (cada día más) sin pensar nunca en un mañana y usando parte de esa deuda en comprar votos de ingenuos. Y con argucia y estos apoyos usurpó el poder a quien, hasta entonces, lo llevó con acierto y honestidad.
El rechazo que este señor recibe de la sociedad es tan grande como su altivez y altanería. No hay sitio al que acuda y que haya público donde no reciba una estruendosa pitada y abucheos. La aparente preocupación por el ciudadano, no va más allá del cálculo de la estimación del voto que podrá recibir y con ello el tiempo de ocupación de la Moncloa que tendrá. “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” (Winston Churchill). Los estudios de los muchos expertos que le sirven, tienen como objetivos casi exclusivos el diseño de estrategias para embaucar a los necios.