Sr. Director: La pequeña enmienda, presentada por el PP, lo único que contempla es reconocer el derecho de los padres a conocer la decisión de sus hijas menores de 16-17 años a abortar, pero en absoluto a proteger la vida del concebido, salvo que los padres pudieran o quisieran convencer a sus hijas de lo contrario. Para redactar cualquier ley han de tenerse en cuenta unas normas que ayuden positivamente a las personas a las que vaya dirigida, dejándose asesorar por personal técnico que conozca lo positivo o negativo de la pretendida ley. ¿Qué científico serio ha intervenido en la actual ley del aborto? ¿De quién se ha asesorado el Gobierno? Ni siquiera un científico debe ser neutral: destruir embriones humanos para que "progrese" la ciencia es ignorar otros valores mucho más altos. La ciencia, si es auténtica, no debe superar la ética. Según Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular: "En la investigación biomédica se dan progresos y se alcanzan certezas que han de tenerse en cuenta para legislar". Pero parece que el avance en esta materia no se tiene en cuenta. ¡Cuántas veces se ha cometido el error -y se continúa cometiendo- de diagnosticar una grave deformación en un feto, para inducir a la asustada madre a abortar! Y también, ¡cuántas veces, cuando la madre, valientemente, se niega a consumar el aborto, la criatura nace sanísima! Un gran científico francés, Jérôme Lejeune, reconocido como padre de la genética moderna, descubridor de la trisomía 21 (causante del síndrome de Down), afirmaba que desde la fecundación, con apenas 1,5 mm. de tamaño, ya existe un ser humano. "Cada uno de nosotros tiene un momento preciso en que comenzamos. Es el momento en que toda la necesaria y suficiente información genética es recogida dentro de una célula, el huevo fertilizado, y este momento es el momento de la fertilización...". En un discurso pronunciado en Estocolmo empezó con unas palabras llenas de claridad: "La moderna genética demuestra que, en el momento mismo que el óvulo es fecundado por el espermatozoide, toda la información genética que define al nuevo individuo ya está inscrita por completo en esa primera célula. Ningún otro dato genético entra en el óvulo tras esa fecundación inicial. Por lo tanto, la ciencia nos muestra que el ser humano no sería un ser humano si no hubiera sido concebido originalmente como un ser humano." Y proseguía con rotundidad: "En este contexto, si una ley se atreviera a sostener que el embrión humano no es un ser humano, y que Su Majestad la Reina de Inglaterra fue una especie de chimpancé durante los primeros catorce días de su vida, no nos encontraríamos ante una ley verdadera, sino ante una manipulación de la opinión pública. Desde luego nadie está obligado a aceptar las conclusiones de la ciencia. Ustedes pueden decir: "Prefiero ser un ignorante y rechazar absolutamente cualquier descubrimiento científico; esa es la opción que he elegido". Muy bien; pero esa opción que ha elegido usted y que ahora resulta "políticamente correcta" en determinados países, no deja de ser una actitud oscurantista. Y como ustedes saben bien, la ciencia y los científicos aborrecemos cualquier tipo de oscurantismo. Un grupo de científicos estadounidenses se trasladó a París para evaluar los trabajos de Léjeune. El resultado fue la concesión, en 1963, del prestigioso Premio Kennedy. En los años 70, Léjeune, defendió valientemente la vida en una conferencia pronunciada en la ONU, a propósito de la Organización Mundial de la Salud (OMS), atreviéndose a decir: "He aquí una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte". Esa misma noche llamó a su esposa para decirle: "Acabo de jugarme la concesión del Premio Nobel". Y así fue. Salvo honrosas excepciones, resulta deprimente que la mayoría de SS en el Congreso y Senado desconozca la grandeza de un ser humano y se plieguen a las conveniencias de los partidos de turno, desconociendo o huyendo de la realidad que, científicos tan eminentes como el que acabo de señalar, demuestran con tanta seguridad. Así es muy fácil aprobar leyes que no, por ser reconocidas en otros países, son buenas leyes. Pepita Taboada Jaén