Sr. Director:

Todos los indicios señalan que esta era se acaba, todo empeora de día en día. El signo más claro es ver como la Iglesia Católica sufre una desacralización más que alarmante, agudizada por el coronavirus, que no tenía que ser nada más que una gripe, admitamos que más grave que lo habitual, pero en ningún caso es causa para producir este pánico mundial, que tiene atemorizada a gran parte de la sociedad. Nadie ha hecho frente a esta trágica y manipulada situación, Satanás y sus esbirros se están apoderando del mundo entero y esa es la causa del pánico, terror, desesperanza e inseguridad que impera en el mundo. Nos hemos dejado llevar por esta manipulación diabólica por que primero hemos perdido la fe en el sentido sagrado, divino, trascendente, del Santo Sacrificio, sí, SACRIFICIO, incruento de Cristo en el Calvario que eso es la Santa Misa y la Divina Eucaristía se ha trivializado, desacralizado de forma generalizada en toda la Iglesia, y como consecuencia se ha perdido la fe, solo se habla del bienestar material, del nivel de vida económico, de los pobres, de los menesterosos, de las víctimas económicas del virus, pero yo nunca oigo que se pida por la conversión de los pecadores, de la Gracia Santificante, del pecado, solo existe el pecado económico, del sacrificio, de la oración, de la mortificación, etc. Se ha establecido una Iglesia mundanizada, parece una asociación benéfico-social, solo funciona Cáritas.

Hay que decir con tristeza que salvo un número cada vez más restringido, no se ven ejemplos que remueva nuestra conciencia que tenemos adormecida por esta religión descafeinada y mundanizada, que nos induzcan a la conversión. A Cristo ni se le nombra, es un ser carismático, servidor de los pobres, de poco ha servido su terrible y trágica Pasión y Muerte por nuestros pecados, para liberarnos de la esclavitud de Satanás y abrirnos las puertas del cielo; por eso Satanás y sus innumerables esbirros tiene fácil arrasar todo el sentido cristiano de la vida, por que a la Iglesia no la pueden destruir, pero sí conseguir que muchas almas se condenen, haciendo así inútil la Pasión de Cristo. ¿Pesimismo? No, solamente una breve declaración del estado social que anuncia cada vez más claro y más fuerte que se acerca su fin.