Sr. Director:

Mucha gente y también algunos medios de comunicación muestran su sorpresa de que en España seamos otra vez campeones en todo aquello que es negativo, los datos de contagios del Covid-19 -“¡qué más da, pero yo sigo en La Moncloa!”-, de la deuda pública -“¡qué más da, pero yo sigo en La Moncloa!”-, la situación económica general -“¡qué más da, pero yo sigo en La Moncloa!”-, el paro -“¡qué más da, pero yo sigo en La Moncloa!-, el adoctrinamiento de las futuras generaciones -¡mejor, así seguiré más tiempo en La Moncloa!”-, el recorte de libertades -“¡es la mejor forma para seguir en La Moncloa!”-, etc. No en vano ya se ha hecho popular aquella frase de “tenemos el peor Gobierno posible, en el peor momento posible”.

Pero no, este Gobierno no es malo por habernos tocado en época de pandemia. Es malo por todo; antes de la pandemia ya mostró un claro interés de seguir las directrices que le marcaban los políticos antiEspaña -independentistas, populistas bolivarianos, filoetarras, etc.-. Siempre lo peor de lo peor es lo que más le agrada a nuestro presidente, señal inequívoca de que es como ellos.

A él nunca le preocupamos España ni los españoles; solamente le preocupa su nuevo colchón en La Moncloa, su Falcon, sus helicópteros, sus muchos vehículos para su protección, sus tumbonas, y cosas similares. Saca tajada de la existencia del coronavirus, pues aprovechando la desgracia del pueblo, él puede dar frecuentes mítines de autobombo y autocomplacencia en sus televisiones.