Sr. Director: Parece dominante el eco que concluye en que la agresión del cobarde y brutal puñetazo propinado a Rajoy  por el menor de solo 17 años y 9 meses, carece de interpretación política. Pues dicen que estaríamos ante un hecho aislado que, sólo interpretado desde la derecha más cavernaria, cabría vincular con valoraciones políticas. Y aunque sabemos que el agresor es un niño bien de la extrema izquierda independentista gallega, que se define como antifascista, simpatiza con Podemos y por las redes sociales se ha mostrado amenazante contra el PP; sin embargo, muchos nos lo han presentado como un simple ultra del Pontevedra. Pero ¿qué sucedería si se hubiera tratado de un joven agresor de la extrema derecha radical y que hubiese amenazado por ejemplo a Podemos? ¿Y si además el agredido, en vez de un presidente de Gobierno del PP, hubiese sido un presidente socialista, y a la agresión la precediera un tenso debate donde le hubiera llamado «indecente» el líder del PP? Pues que todo cambiaría. Y los mismos que ahora rechazan interpretaciones políticas y que hablan de un hecho aislado, calificarían la agresión de fascista, nos alertarían de una creciente amenaza fascista y señalarían al PP como responsable de favorecer un ambiente profascista. Sin descartar múltiples manifestaciones antifascistas. Y no cabría que el presidente se negase a denunciar al agresor, pues se interpretaría como debilidad ante el regreso de las negras tramas fascistas. La vieja ley del embudo, vaya..., del embudo fascista. Miguel Ángel Loma Pérez