Sr. Director: Por primera vez desde el inicio de nuestra democracia, las elecciones generales del pasado día 20 de diciembre se han presentado como una contienda abierta entre cuatro partidos, de los cuales ninguno ha alcanzado siquiera el 30% de los votos. Esta mayor pluralidad, en sí misma, no tiene por qué generar inestabilidad, siempre y cuando las nuevas Cortes sepan adaptarse a la nueva realidad. Puede ser también positiva la pérdida de peso relativo de los partidos nacionalistas. Lo verdaderamente inquietante en estas elecciones es la pretensión de algunos de reabrir algunos grandes debates y consensos que pensábamos cerrados hace ya tiempo. Es cierto que la Constitución de 1978 presenta algunos síntomas de agotamiento, pero más que una puesta al día, algunas formaciones cuestionan aspectos fundamentales como la libertad educativa o sustituir un modelo de aconfesionalidad del Estado análogo al que existe en la mayoría de países democráticos por un laicismo agresivo, en el que se pretende erradicar toda presencia de la religión en la vida pública. Esto si puede ser preocupante. Jesús Domingo