Sr. Director:

Los impulsores de las medidas contra la educación diferenciada hacen referencia a ella como “segregación por sexos”, con atribución claramente peyorativa. La mayoría de la población entendemos que “segregar” es discriminar negativamente a una parte. En este caso entendemos, a priori, que es la mujer la menospreciada, la damnificada. Aparte de erróneo, es insultante para quien conozca mínimamente la realidad de tales escuelas.

Si llevar a los niños y niñas a este tipo de centros fuera obligatorio y los contenidos didácticos y la formación impartida fuesen inferiores en las escuelas de un sexo respecto al de otro podría afirmarse que hay segregación, pero, de un lado, los padres que llevan allí a sus hijos lo hacen con plena libertad, y, de otro, el nivel de enseñanza no es de menor calidad en las escuelas femeninas.

Pienso que para tomar posiciones acerca de la enseñanza en este campo es importante cuantificar los resultados de los alumnos que han estudiado en tales centros comparándolos con las de escuelas mixtas, así como observar cuanto ocurre en el mundo. La enseñanza diferenciada crece en diversos países punteros en educación, muy interesados por lograr la excelencia. El nivel al que se aspira en España queda muy lejos de ello. En aquellos países tal separación entre chicos y chicas se da tanto en centros privados como públicos. Tal vez sea importante tener en cuenta que los resultados de la enseñanza diferenciada superan a la mixta: el fracaso escolar de los chicos es menor y el liderazgo de las chicas se refuerza.