En entrevista a La Nueva España, un clérigo prestigioso participante en La Granda ha afirmado que en la actualidad Dios ha quedado marginado, no se cuenta con él para lo más importante de la vida como es el grave problema mundial de la Covid-19. La Humanidad, sin embargo, siempre ha necesitado a Dios. Siempre ha estado en la vida cotidiana, como criterio de comportamiento ético-moral y como fundamento y organización de la sociedad: durante siglos los imperios solían tener una fundamentación religiosa, incluso se llegó atribuir a los emperadores privilegios divinos. Durante siglos hasta la modernidad, la existencia de Dios era admitido como algo evidente, cuya demostración era algo propio de filósofos y teólogos que solían enredarse en las famosas pruebas de la existencia de Dios, las cinco vías de Santo Tomás de Aquino. Con la llegada de la modernidad la razón se constituyó en un principio absoluto de conocimiento fundado por las ciencias naturales física y matemática, se desacraliza el mundo y mundaniza lo sagrado. Se llegó a la muerte y al asesinato de Dios por los ideólogos del ateísmo y el nihilismo. Sistemas políticos totalitarios basaron su acción política en eliminar a sangre y fuego toda referencia a lo transcendente por el Odium Dei.
Como contrapropuesta se proclamó el mito del progreso indefinido sin límites, basado en el cientifismo como ideología pseudo religiosa. A pesar de toda la propaganda, las catástrofes, las guerras, las pandemias-Convid-19, el peligro nuclear con la amenaza de la destrucción, millones de seres humanos viviendo en condiciones de pobreza extremas, destrucción masiva del medio ambiente por parte de un desarrollo mal entendido como la rapiña de los recursos humanos, todos estos males progresan de forma continua y agravada. Pero Dios siempre está vivo en millones de personas de todo el mundo en las diversas plurales religiones del mundo. Son muchos los científicos que afirman debido a la gran complejidad de la Creación reconocer la existencia de un ser transcendente, cualquier que sea el nombre que se le dé en las diferentes religiones concretas y particulares. Por eso siempre permanece vivo el interrogante ¿Dónde estás, Dios? Las respuestas son múltiples en una sociedad fragmentada y rota. Pero como afirma un prestigioso teólogo: Dios está en la creación protegida por los hombres y mujeres de buena voluntad. Está en la sangre de los que luchan por la justicia y combaten todo régimen político, ideológico o económico que oprime al ser humano. Dios está en la esperanza que mueve el corazón que impulsa a luchar para que el Reinado de Dios anunciado por Jesucristo con su Pasión, Muerte y Resurrección se haga realidad. Dios está más cerca de nosotros mismos porque como dijo San Pablo a los politeístas e incrédulos atenienses; en DIOS, vivimos, nos movemos, y existimos.