Sr. Director:
Los globalistas reaccionarios que controlan la ideología de los europeos, han puesto su punto de mira apóstata y anticristiano en la Navidad de Belén, la única que existe, lo demás es la vuelta a la solsticio pagano de invierno. Estos burócratas europeos han redactado un simulacro de documento que dicen invitar a no utilizar palabras y nombres que no garanticen “el derecho de toda persona a ser tratada con igualdad”. Bajo esta oscura trampa saducea se afirma que se deben evitar palabras como “señora” o” señorita”, pero no acaba ahí la broma lingüística macabra y entre los nombres prohibidos por estos reaccionarios se incluyen también los de “Navidad” “Juan” o “María”. Nadie duda que se deben evitar todas las palabras que suponen una discriminación injusta, pero que se pretenda proscribir las palabras que son fundamentales para comprender la realidad que ha configurado la Europa real y secular, basada en las raíces del humanismo cristiano bíblico durante siglos, incluso en los tiempos más oscuros, desde hace más de veinte siglos, es la forma más sectaria y reaccionaria de odio y mentira que se ha visto nunca en Europa desde los oscuros tiempos de la Revolución francesa, prolongados en al nazismo hitleriano y el stalinismo ruso.
Nadie niega que el derecho romano o la filosofía griega juntamente con el Evangelio cristiano que son las bases de lo que se entiende hoy por Europa. Arrancar de Europa los nombres y valores cristianos es someter a los europeos al nihilismo y la relativismo más infernal e invernal. Ir contra las raíces de Europa supone dejarnos en manos del odio y la mentira. El documento de los ideólogos de la UE pretende situar a Europa en uno futuro sin identidad y un mero apéndice de China y USA. Como muy escribe el gran conocedor de Europa, el papa Emérito, Benedicto XVI: Europa para hacer ella misma debe renunciar al ateísmo como presupuesto del derecho político y de formación del Estado, más aún debe reconocer a Dios como garantía de su fundamento ético. Europa es un herencia que obliga a los cristianos, porque los enemigos de Europa vuelven a ser los de siempre como suponen los leguleyos de la UE, el neomarxismo con su utopía ya fracasada del revolución mundial como el sumo bien; el fundamentalismo islamismo, que es esencialmente anticristiano porque no acepta. La encarnación de Dios en la historia y quiere imponer una visión monoteísta basada en la ley islámica y los laicistas negativos que con odio, sarcasmo e ironía se mofan de lo más sagrado con irreverencias y blasfemas cómicas. Como dice el Secretario de Estado del Vaticano Cardenal Parolín: Los europeos debemos descubrir la capacidad de integrar todas estas realidades que conforman la esencia de Europa sin ignorarlas, sin combatirlas, si eliminarlas ni marginarlas.