Mientras la tonti-propaganda de Barack Obama -¿cuándo se marchará este personaje?-, tan apreciada en Europa, insiste en que Vladimir Putin es el demonio, el presidente ruso vuelve a dar en la diana.   Ahora ha lanzado una tregua en Siria y ha forzado a Bashar al Asad a abrir una negociación con la oposición. Oposición que sí que existe pero que no tiene, ni de lejos, la entidad que le ha dado toda la maquinaria propagandística de la Casa Blanca. Pero, ojo, al tiempo, Putin ha vetado del acuerdo a Al-Nusra y al Daesh. Para esos no habrá tregua y los soldados rusos les están combatiendo, junto a los sirios, sin ambages. Es más, Putin está consiguiendo atraerse también a turcos y kurdos, que mira que es difícil. No es que vayan a ser amigos pero ambos están ahora combatiendo a los fanáticos del Estado Islámico, aunque convenientemente separados. Con Estados Unidos, los kurdos habían quedado como terroristas, mientras Washington protegió a Erdogan. Ahora Putin, manteniendo distancias con Erdogan, ha conseguido involucrarle en la lucha contra el Daesh, el mismo objetivo de los pesmergas kurdos. Y de paso, está intentando que no vuelvan a enzarzarse entre turcos y kurdos (lo tiene difícil). Esto es: Putin ha concretado con quién se puede hablar y con quién queda, solamente, la opción de la fuerza: ISIS y Al Qaeda y sus sucursales. Hispanidad redaccion@hispanidad.com