Resultaba un tanto patético. Cargos, más bien carguillos, del PSOE, suspirando porque Pedro Sánchez (en la imagen) volviera a liderar el PSOE, a dirigirles hacia el combate, oh sí. Incluso una de las 'carguillas' habló de cofraternidad, que debe ser algo más elevado que la fraternidad. Los propios sanchistas, como asegura La Razón, se han ido alejando del ex secretario general y los que quedan (Miguel Iceta, Idoya Mendía) exhiben la misma trayectoria que el propio Sánchez: son gente tan aferrada al aparato del partido como ajenos al electorado. De hecho, los tres se caracterizan por haber constituido un fracaso electoral. Iceta está a un paso del independentismo mientras Idoya se ha vendido al PNV para mantener su puesto. Lo mismo que hizo Sánchez con Podemos, a quien estaba dispuesto a entregarse con armas y bagajes. Pero ni Idoya ni Iceta pretenden forzar demasiado a la Gestora: podrían echarles. Así que ahí está Pedro Sánchez, un personaje al que le falta cabeza, le falta corazón y le sobra ambición. Fastidiando al PSOE al que tanto dice querer. ¿Y la Iglesia? Esperando a que Sánchez se diluya. Cuanto más, mejor. Porque, como recuerda Javier Fernández, el peligro del PSOE es que se podemice. Con Sánchez no sólo se podemizaba sino que se creaba el Frente Popular y los socialistas se convertían en milicianos. Así fue como durante la II República el PSOE fue absorbido por el PCE y así fue como los socialistas se convirtieron en milicianos y estalló la guerra civil. Hispanidad redaccion@hispanidad.com