Funcionamos a golpe de efecto, como en ese célebre ojos que no ven corazón que no siente. Confirma ahora la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que han llegado a la UE más de un millón de refugiados e inmigrantes hasta el 21 de diciembre. Ahora bien, ¿dicen algo los políticos europeos al respecto? No lo esperen: como las cámaras de televisión han bajado la guardia, ellos también. Forma parte del cáncer burocrático comunitario. Pero lo que no ha desaparecido, sino que se ha agravado, es el problema propiamente dicho, que afecta a esos cientos de miles de personas siguen vagando entre las fronteras. Las temperaturas en invierno no son las llevaderas del verano, cuando los europeos se despertaron de la noche a la mañana con la peor tensión migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. Según la OIM, la organización con sede en Ginebra, las personas que han llegado son, en concreto, 1.005.504. La gran mayoría (816.752) lo han hecho por mar, a través de Grecia. El resto, también por agua o por tierra, a través de Bulgaria, Italia, España, Malta y Chipre. ¿Dónde están ahora? Esa es la gran pregunta sin respuesta. Sólo sabemos que el país que más refugiados acogió, Alemania, ha doblado el número de expulsiones respecto a 2014, según las cifras del Ministerio de Interior germano, publicadas ayer lunes. La prueba de la mediocridad de la política europea es su parálisis para solucionar los problemas que le sobresaltan y llegar acuerdos. Nada ha cambiado esencialmente desde el verano. Los únicos que siguen hablando del problema son organizaciones no gubernamentales, como Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que no sólo no ha bajado la guardia, sino que la ha intensificado con su campaña de Navidad para recaudar fondos. Hispanidad redaccion@hispanidad.com
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14/12/24 15:00