Por supuesto que la seguridad es vital en las centrales nucleares. Y, por supuesto, también que ningún tipo de energía es segura. Ahora bien, hoy, 30 años después del desastre en la central ucraniana, entonces bajo mando soviético, la energía nuclear sigue siendo el gran coco malo. El ecologismo doctrinario ha convertido a la energía nuclear en el terror telúrico del siglo XXI. Cuando lo cierto es que la energía nuclear es la energía de los pobres porque tiene mayor capacidad de satisfacer necesidades y al mejor precio. Y Chernóbil no es un alegato contra la energía nuclear sino contra la irresponsabilidad comunista. Hispanidad redaccion@hispanidad.com