El Gobierno de Alexis Tsipras está jugando al gato y al ratón con las exigencias de los acreedores con los negocia un arreglo para Grecia. Por eso no tiene sentido ninguno tiene que el Parlamento griego apruebe la readmisión de 13.000 funcionarios. Puede dar el do de pecho en lo de no ceder a las presiones para aumentar el salario mínimo -muy razonable- pero no tiene sentido ninguno volver a disparar el gasto público -la reapertura de la televisión pública tropieza en el mismo error-. Y encima poner zancadillas al ahora llamado 'grupo de Bruselas' (antes troika), que el único que le salvar. Lo más bochornoso es que el país defienda la medida apelando a la soberanía nacional. Un pitorreo. Hispanidad redaccion@hispanidad.com