Que sí, que los griegos son unos jetas de mucho cuidado. Que sí, que Barack Obama se va a hacer daño al andar, por la caradura que demuestra: "No se puede extorsionar a un país en recesión". Cierto presi, pero es que Estados Unidos no se cuenta entre los acreedores de Grecia. De hecho, en el mejor estilo financista norteamericano, lo que hicieron los bancos norteamericanos fue cobrar la comisión de Atenas y largarse.

Es más, nadie sabe aún en qué consiste ese invento, tan griego como el yogur, de ligar el pago de la deuda al crecimiento económico. Algunos sospechan que los griegos preparan un baremo según el cual, suponiendo que la economía griega crezca, el pago total de la deuda se demoraría hasta el siglo XXIII.

Aún así, con todo, España no puede alinearse con Alemania. Es que los griegos nos deben mucho. ¿Y por qué nos deben? Pues porque España, como otros hicieron con nosotros en el pavoroso año 2012, se aprovechó de los altísimos tipos a los que Atenas se veía obligada a colocar sus emisiones de deuda en el mercado, en una operación que tenía algo de la caballería que se hunde en el pantano de forma ineluctable.

Por tanto, no digo que haya que condonar la deuda griega cuando ya se han aprovechado de dos descuentos (quitas). Y sí, a cambio hay que exigirles sacrificios a los griegos. Pero una cosa es esa y otra la parábola de los dos deudores (Mt 18, 23-35).

Es cierto que España no debía tanto a Europa como Grecia y que Europa nos ayudó más bien poco tirando a nada, pero eso no significa que ahora nos comportemos como el criado al que le han condonado su deuda y se niega a condenar la que su compañero tiene contraída con él.

¿Pero no quedamos en que vivimos en un único país, llamado los Estados Unidos de Europa?

Hispanidad

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