Cada día parece más claro que Recep T. Erdogan propició su propio golpe de Estado para salir triunfador y crear una tiranía directa, que es lo que le mola.
Ahora bien, estamos hablando del protegido de Barack Obama en la región más convulsa del mundo.
Hablamos de un mimado por Angela Merkel, con el que firmó el vergonzoso acuerdo sobre refugiados.
Del hombre al que la Unión Europea, también España, quería de inmediato en la Unión Europea.
Hablamos de quien pactó con Rodríguez Zapatero la solemne chorrada de la Alianza de Civilizaciones.
Pues bien, el verdadero Erdogan es éste: un tirano asesino, fundamentalista y hasta ridículo, inserto en la OTAN, que para luchar contra los golpistas detiene árbitros de fútbol o que utiliza a los refugiados como arma contra Europa.
El verdadero Erdogan.
Y por cierto, Occidente debe empezar a pensar en que Turquía abandone la OTAN y, por supuesto, la Unión Europea debe hacer perder a Ankara toda esperanza. Otrosí: el gozne del peligro de guerra global ha pasado de Jerusalén a Ankara.
Hispanidad
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