El caos en El Prat deja al descubierto las lagunas de la legislación de la ley de huelga. Los seguratas de Eulen en el aeropuerto de El Prat han dicho que verdes las han segado a la última propuesta de la Generalitat y se han lanzado al tobogán de una huelga indefinida. O sea, el problema de Estado, que se pretende salvar con agentes de la Guardia Civil, continúa, con el consiguiente sinvivir para miles de pasajeros. Es un caso más, ilustrativo, de cómo un colectivo, al margen de las razones del conflicto laboral en sí, puede salpicar a todo un sector (en este caso el turístico), a un país (el caso más reciente es el de los estibadores, pero nadie olvida el lío que montaron los controladores o los pilotos) o a una ciudad (como las huelgas en los servicios de limpieza). Más llamativo todavía a la luz del resultado de la votación en la asamblea. Votaron algo más del 50% por los pelos (187 de los 350 empleados) -lo cual habla por sí mismo de las tensiones dentro del colectivo- y de ellos 150 a favor de la huelga y 36 en contra (bueno, y hubo un voto nulo). AENA tendrá que repensarse eso de dar una contrata como la de seguridad a cualquiera, por un lado, y los partidos -le puede pasar a cualquiera que gobierne- tendrán que repensar si el país puede seguir sin una ley de huelga, que respetando ese derecho, sea más audaz a la hora de completar tantas lagunas pendientes. Hispanidad redaccion@hispanidad.com