Obama, el hombre que acabó con el principio de contradicción
"Venceremos, no negando nuestros valores ni dejándonos llevar por el miedo. Eso es lo que está esperando el ISIS".
Palabra de un hombre sabio, un tal Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica del Norte, al que le ha costado cinco días comprender que los dos criminales de San Bernardino no eran consumidores compulsivos de armas y violencia todos ellos votantes del Partido Republicano, a los republicanos, sino terroristas islámicos.
La mente del presidente de los Estados Unidos es muy singular, a fuer de aguda. En cuanto oye que alguien dispara a una pobre gente al que ni conoce, al grito de Alá es grande, en tan sólo cinco días, raudo como una centella, concluye, muy a su pesar, que no, que no se trataba de la Asociación del rifle sino de un fanático musulmán.
Entonces, aún más acelerado, veloz como el rayo, asegura que no hay que confundir islam con terrorismo y, acto seguido, nuestro hombre asegura que va a derrotar al Estado Islámico y que éste no acabará con "nuestros valores". No sabemos claramente cuáles son sus valores, porque Obama es un progresista, gente que se caracteriza por no creer en valor alguno, al grito de "nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira".
Pero el clímax obamiano ha llegado poco después cuando, sin pestañear, ha concluido lentamente, que "eso es lo que ellos quieren". Hay momentos en que uno tiene revelaciones. Y así, mismamente en ese momento, es cuando recordé la frase mítica de Aterriza como puedas, un filme que mister Obama debería visionar una y otra vez: "No, eso es lo que esperan que hagamos".
Es el líder de Occidente y, no se empeñen, no podemos cambiarlo.
Hispanidad
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