Aunque Anna Bosch, la roja de la tele, se empeñe en lo contrario, muchos de los refugiados que llaman a las puertas de Europa (y no lo duden hay que abrirla) no huyen de la guerra en Siria. Los hay que vienen de Irak y de Paquistán y Afganistán. Y no todos huyen de la guerra, y no todos son respetuosos con los demás, especialmente con el cristianismo al que tanto odian. La Unión Europea (UE) ha comprado su tranquilidad repatriando, a precio de oro, a los refugiados a Turquía, un país tan seguro, que tiene a Recep T. Erdogan (en la imagen) al frente. Le hemos prometido pagarle 6.000 millones de euros para que masacre a los refugiados en campos de concentración. Pero ahora se ha enfadado: ha dicho que abandona el programa -¿a que no?- si no dejan de criticarle desde la prensa germana. Tiene la piel muy fina y le ha ofendido unos versos satíricos sobre su digna persona. Y a este tiranuelo pedante y ególatra es al que ha vendido su alma la Unión Europea. Ahora se dedica a chantajear a la canciller alemana Angela Merkel y esta se deja porque está aterrada ante el aluvión de emigrantes que ha metido en casa sin preguntarles a qué venían. Y ya saben: ahora los refugiados islámicos en Alemania persiguen a los refugiados cristianos en Alemania. Y Merkel, naturalmente, se ha apresurado a contentar a Erdogan. Los cristianos hubiéramos podido utilizar los 6.000 millones de euros para acoger nosotros, los europeos, a los refugiados. He dicho a los refugiados y a todos aquellos que estén dispuestos a respetar, e incluso agradecer, al país que les acoge. Hispanidad redaccion@hispanidad.com