La leyenda que corre por Internet lo dice todo. En efecto ningún grupo animalista, y mira que son pelmas- se estremece ante la matanza de los mariscos, a veces cocidos vivos, ¡qué horror!, para deleite de crueles humanos -a lo mejor alguno de los animalistas- y luego, los degluten sin ninguna consideración. Por ejemplo, no entierran sus restos (aunque no suelen dejar pocos restos). Ya lo dijo Mister Bean: ¡Cabrones! Y no basta con ser vegetariano o vegano. No. ¿Qué ocurre con los productos vegetales? ¿Acaso las lechugas no tienen derecho a la vida? ¿Y los higos? En definitiva, un montaje de internet para mostrar… la estupidez animalista. Hispanidad redaccion@hispanidad.com