La bióloga Anna Veiga, madre sin padre de la fecundación in vitro (FIV) española, se ha declarado independentista y ha firmado el manifiesto de científicos por la vida extraterrestre, perdón, por la independencia de Cataluña. Impresionante. Pero existe otro manifiesto, que no ha alcanzado la debida notoriedad pública, donde los embriones humanos destruidos por la docta Anna Veiga en la Dexeus, y algunos otros todavía no manipulados, pero sí metidos en una nevera, exigen la independencia de doña Anna Veiga y de la Clínica Dexeus, que parece el laboratorio del 'doctor chiflado'. Porque la FIV, conviene no olvidarlo, no da vida, sino muerte. En dos etapas: en la primera, con los abortos selectivos, de unas mujeres que quieren ser madres a toda costa pero no de varios niños. La segunda etapa es la de embriones sobrantes de la FIV, crioconservados para su muy científico uso. Es decir, embriones muertos que no han servido para nada. Bueno sí, para que científicos como el ex ministro Bernat Soria reciban subvenciones públicas. Hispanidad redaccion@hispanidad.com