Cataluña. Atraer a los catalanes con dinero durará menos que el dinero
El presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu, fue valiente cuando los periodistas le preguntaron por la opción de Mariano Rajoy, quien se fue a Cataluña a vender diálogo y anunciar inversiones públicas.
Aseguró que si Rajoy no había anunciado antes esas inversiones era porque no había dinero. Y sí, era el camino.
Demostró valentía el presi del Sabadell, caracterizado como el segundo banco catalán tras Caixabank.
Ahora bien, no pudo alejarse mucho de lo políticamente correcto. Pero cometió dos fallos. El primero, que un personaje como Oliu, para quien la independencia resulta una sublime chorrada, debería hablar de España, y no del eufemismo Estado español.
Dos: El Estado español, ahora sí, cometería una injusticia si ofreciera un trato de favor a Cataluña y no, por ejemplo, Madrid, Castilla-León, Canarias o La Rioja.
Es más, atraer a los catalanes mediante dinero es un camino de corto recorrido: se acaba el dinero, se acaba la atracción.
Una nación o una patria no se compra. Eso desprestigiaría a comprador y comprado. Una patria se crea cuando se compare un ideal común. Y los ideales no se compran con dinero. Y si se compran, no son ideales.
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