No creo que haya muchos españoles que duden, a estas alturas, que la cacería contra Rita Barberá por 1.000 puñeteros euros no haya tenido que ver con su final. Ojo, final en el que el primer culpable han sido el propio PP, no Podemos, que simplemente ha hecho lo que tenía que hacer: dar muestras de su bajeza moral (vulgo mala uva). Pero a la otra Rita, a la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, la chica de Podemos, la que profanó la capilla de la Complutense, le ha fallado otro órgano: la cabeza. En plena rueda de prensa la portavoz se quedó en blanco y desapareció. Viva muestra de su espíritu despierto. Pero la diferencia crucial no es esa, sino el tratamiento que les hemos proporcionado a ambas mujeres: Rita Barberá fue condenada y linchada antes de ser juzgada por una cuestión menor. Rita Maestre fue condenada por un atentado contra el derecho fundamental a la libertad religiosa, un sacrilegio que presagiaba la cristofobia explosiva de los nuevos comunistas. Ni se ha planteado dimitir. A Rita Barberá le falló el corazón. A Rita Maestre le falla la cabeza y el corazón, el otro corazón (ambas en la imagen). Hispanidad redaccion@hispanidad.com