Pues parece que el Banco de España (BdE) ha decidido en 2018 continuar con la política ya emprendida en 2017 de tomarse en serio sus obligaciones como protector del cliente bancario. Esta función nunca le pareció al supervisor bancario especialmente relevante y a pesar del crecimiento de protestas recibidas en su Servicio de Reclamaciones, que lo habían hecho exponencialmente, y del enorme aumento de los recursos puestos a disposición de dicho Servicio, la verdad es que BdE siempre ha prestado poca atención a los clientes de sus supervisados.

Le daban como un poco de asquito esos señores que se quejaban del cálculo de las cuotas de sus hipotecas y de los resultados de un producto que no entendían bien, habiendo tanto ‘glamour’ en aplicar los acuerdos de Basilea, las NIIF y todo el snobismo regulatorio internacional.

Por vez primera, en el bienio 2017-2018, BdE ha sancionado a los bancos por maltratar a sus clientes.

Ya en su momento (Ley 44/2002) se reguló la creación de un Comisionado del Cliente de Servicios Financieros, separado de los tres supervisores: BdE, CNMV y Dirección General de Seguros (DGCS) que no llegó a ponerse en marcha, por lo que finalmente se derogó su regulación tras nueve años (Ley 2/2011). Nueve años estuvimos con una norma que exigía la creación del Comisionado sin que nadie se tomase la más mínima molestia en ponerla en marcha, salvo por el desarrollo reglamentario que se hizo de la misma en 2004 (RD 303/2004) y punto. No se dotó de medios ni de personal al Comisionado ni se nombró a nadie, con la oportunidad tan buena que era para colocar a algún político de perfil técnico aseadito.

Y no como fruto de una protesta, sino de su propia actividad inspectora. Increíble

A los supervisores, especialmente al BdE, no les gustaba perder esas funciones, aunque las ejercieran con escasa diligencia, también especialmente este último. Por otro lado, la actuación de BdE ha sido siempre la de actuar como sindicato del segmento de la gran banca. Algunos como Julio Segura presidente entonces de la CNMV, veían que en el equilibrio entre solvencia del sistema y protección de la clientela, el supervisor optaba por lo primero, y llegó a solicitar en sede parlamentaria (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados de 9 de enero de 2018, página 50 y ss.) su separación.

Porque de hecho, mucho del problema de la colocación, más o menos ortodoxa de las preferentes y las cuotas participativas tuvo que ver con esto: si las entidades necesitaban recursos propios para salvar la crisis, no iba a ser BdE quien se pusiera aguafiestas con el tema de la protección a la clientela. Su máxima era: saca recursos propios de donde sea pero no me cuentes cómo.

Al Banco de España siempre le han molestado los clientes bancarios: no hacen más que quejarse

Pero algo ha cambiado en BdE, aunque sólo sea por la vergüenza ajena que pasa cada vez que un cliente gana en tribunales una reclamación y todo el mundo se pregunta qué hacía el BdE o por qué habiéndole dado el BdE la razón al cliente, tras la oportuna reclamación ante el mismo, que nunca como fruto de su actuación inspectora, dicha resolución no era de obligatorio cumplimiento para la entidad condenada.  Así en 2017 y 2018 hemos visto las primeras sanciones a entidades por actuación indebida con sus clientes fruto de las inspecciones realizadas por el supervisor.

Lo que le mola al inspector es aplicar la ininteligible legislación bancaria internacional

En 2017 se impusieron 6 sanciones: un al Santander por 485.000€, dos a Bankia por 8.000.000 de euros en total y tres a Cetelem por 584.000€ en total.

En 2018 la cosa ha sido más dura y se han impuesto diez sanciones: una a Banca Pueyo por 876.000€, otra al Banco Pichincha por 350.000€, dos a BBVA por 2.100.000€ en total, tres a BMN (que ya ha pagado Bankia) por 2.100.000€ en total y tres a La Caixa por 5.150.000€ en total,

No está mal, aunque sea tarde.