Ya nos extrañaba que con el dato de vencimientos de deuda pública española en los próximos doce meses que publica el Banco de España (BdE) (163.000 millones de euros), más un déficit público, también español, previsto en el entorno de los 36.000 millones de euros, no fuera a aflojar la mosca el Banco Central Europeo (BCE). La suma de las dos cifras anteriores, nos indican que el Estado necesitará emitir en los próximos 12 meses alrededor de 200.000 millones de deuda para refinanciar los vencimientos y financiar la deuda nueva, el déficit. Un recorte de los fondos que el BCE pone a disposición de las entidades dificulta la colocación de esa deuda pública, lo que finalmente se traduce en una subida de los tipos de interés de las nuevas emisiones, con el consiguiente incremento del déficit público que actualmente viene a coincidir con lo que se paga en intereses, y en una reducción de la financiación a empresas y particulares.

En concreto, se habla de que el BCE puede abrir una nueva línea de 250.000 millones de euros que, a priori, parece insuficiente si solo España necesita el 80% de dicha cifra, pero peor sería que dejase vencer las líneas anteriores y no abriera nuevas que las compensasen. Además, pretende adelantarse el BCE a los grandes vencimientos de sus líneas en 2020 y 2021 (alrededor de 740.000 millones de euros), que generarían auténticos dramas en los balances de las entidades, que es la excusa, y en la financiación de los estados de la zona Euro, que es la verdadera razón.

Las excusas para seguir con esta política de océano de liquidez se están centrado ahora, además, en el cumplimiento de uno de las dos ratios de liquidez que las autoridades impusieron a las entidades. En este caso, el de financiación estable (NSFR por sus siglas). Las entidades cumplen esta ratio con pasivos que no son a corto plazo y, en este sentido, las famosas facilidades del BCE a medio plazo (LTRO) les ayudan y mucho. Sin embargo, a toda deuda se le acerca su vencimiento y se convierte en deuda a corto plazo, por lo que las grandes inyecciones de liquidez del BCE de 2016 comenzarán a ser un problema. Solución: refinanciación del BCE.

A toda deuda se le acerca su vencimiento y se convierte en deuda a corto plazo, por lo que las grandes inyecciones de liquidez del BCE de 2016 comenzarán a ser un problema

El problema, pues, no es solo que la deuda de los estados de la zona Euro es elevadísima y no hay ahorro interior para financiarla ni exterior dispuesta a ello, lo que se soluciona con el BCE, sino que los bancos europeos tampoco han sido capaces de encontrar financiadores a largo, ni dentro ni fuera, que les permitieran sustituir al BCE. Tampoco la tensión ha debido ser mucha cuando saben que si caen ellos lo hacen los Estados y que, si bien su caída puede no importar a los políticos, la de los Estados del Bienestar, sí. El discurso imperante es que los bancos son un mal necesario, pero un mal, pero los Estados del Bienestar son una necesidad irrenunciable. La verdad es que el mal son los Estados del Bienestar, que se han inventado un sistema de banca central que les permite crecer más allá de lo que podemos permitirnos poniendo en peligro el sistema financiero.

Las entidades españolas financian el 36,2% de la deuda pública española y el BdE un 18,6% más. Las primeras, con la inestimable ayuda del BCE y, el segundo, es el BCE. Los españoles solo financiamos el 0,5% de nuestra deuda pública, así que el otro (44,7%) lo financia el resto del mundo que nos tiene el cariño que cualquier acreedor tiene a su deudor. Es difícil querer mantener este nivel de consumo público si no estamos dispuestos ni a pagarlo (impuestos) ni a financiarlo, con la consiguiente renuncia a consumir. Pero esto no se lo dirán en la próxima campaña electoral, porque el papel de la política es halagar a sus votantes y no exigirles ni permitirles ser responsables.