La Pachamama o madre tierra, o diosa Gaia es, o se ha convertido, en idolatría, homicidio, confusión y horterada.

Idolatría porque estás divinizando al planeta, que es creación de Dios. Los ateos cursis aseguran que Dios no creó al hombre sino que el hombre es una creación de Dios. Pues bien, el culto indígena a la Madre Tierra, a Gaia, fue en el pasado sacrificios homocidas (los mismos de Apocalypto, esa genial película de Mel Gibson), es ahora culto hortera eco-panteísta a la tierra y es y será siempre idolatría.

Así que (ver vídeo inferior), contemplar a estos monseñores seguir las normas de la payasa que hace el indio, cruzar sus brazos sobre el pecho para sentir la armonía, es algo que produciría risa si no produjera lástima.

Últimamente tenemos un problema con los sínodos vaticanos: desde el Sínodo de la familia, al Sínodo de la Amazonia, pasando por el sínodo regional alemán: la madre que parió a los sínodos.

Porque son idólatras, de acuerdo, pero ¿es necesario que, encima, sean tan cursis? ¿De verdad?

Sintiendo el espíritu de la Pachamama, el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, varios cardenales aparecieron con sus bracitos cruzados sobre el pecho sintiendo la Pachamama en el concierto de Navidad, en el Aula Pablo VI, en la Ciudad del Vaticano. Lo promueva y lo apruebe quien sea por muy alto que esté en la jerarquía, esto es una ridícula idolatría.