Una imagen vale más que mil palabras, por eso nada más ilustrativo que la reciente foto de esos diputados aplaudiendo en el Congreso la aprobación de la  ley de eutanasia, para representar el triunfo definitivo de la cultura de la muerte. Después de esa macabra celebración, ya no se puede caer más bajo, y lo único que falta hacer con el sistema que produce esos tétricos aplausos es amortajarlo y darle sepultura. 

También en estos días hemos conocido que son casi cien mil el número de abortos quirúrgicos voluntarios durante el año 2019, exactamente 97.397. Y como resulta que el total de nacimientos durante ese mismo año fue de 358.747 (259.527 de mujeres nacidas en España y 99.220 de mujeres nacidas fuera de España), si ponemos en relación una cifra con otra se concluye que el 21,3% de los embarazos acaban en abortos, o lo que es lo mismo, que una de cada cinco madres gestantes abortó en 2019.

Después de esa macabra celebración, ya no se puede caer más bajo, y lo único que falta hacer con el sistema que produce esos tétricos aplausos es amortajarlo y darle sepultura

Pero si a uno se le hiela el alma con las cifras anteriores, no se me ocurre lo que podría pasar si pudiéramos sumar al número de abortos quirúrgicos del año pasado el total de vidas segadas al comienzo de su existencia por la llamada píldora del día después y por la práctica de la fecundación in vitro; porque ya me dirán a mí si los llamados embriones “sobrantes” no tienen las mismas posibilidades de salir adelante que los embriones “triunfantes”, si no tiraran a los primeros al cubo de la basura. Desconozco la proporción exacta de cuantos hermanos-embriones tienen que sucumbir para que el hermano-bebé satisfaga los impulsos maternales y paternales de una pareja, que dice tener dificultades para procrear a lo natural, pero por lo que cuentan los que se tiran al cubo de la basura ganan por goleada.

Y si a todo lo anterior seguimos sumando los abortos provocados por la ingesta de las píldoras anticonceptivas… No obstante, alguien me podría argumentar que no tengo razón, que no se pueden sumar peras y manzanas, porque la píldora anticonceptiva no es abortiva. Pero no es eso lo que me dijo no hace mucho un farmacéutico curtido en años detrás del mostrador de su establecimiento:

—Javier, todas las píldoras anticonceptivas que conozco son abortivas.

En 2019 nació en España el menor número de niños desde mediados del siglo XVIII (menos de 360.000), con una población que entonces sería la quinta parte de la actual

Ante tan rotunda afirmación, alguna persona podría tranquilizar su conciencia diciendo que ella usa una determinada píldora anticonceptiva que no es abortiva y que, por lo tanto, su pildorita debe ser desconocida por mi amigo el farmacéutico. En ese caso solo puedo responder con lo que dicen que le comentó un torerillo a José María Pemán, tras una visita a una cartuja. El diestro enmudeció ante lo que veía, no dijo ni palabra durante el recorrido por las dependencias de los monjes, y ya en la calle a la pregunta que le hizo Pemán de qué le habían parecido los habitantes de aquel monasterio, respondió:

-Don José María, hay gente “pa tó”.

Alejandro Macarrón, gran experto en demografía, y con cuya amistad me honro, es quien me ha proporcionado los datos anteriores; me los ha enviado con un comentario tan ilustrativo, que lo copio para conocimiento de mis lectores: “En 2019 nació en España el menor número de niños desde mediados del siglo XVIII (menos de 360.000), con una población que entonces sería la quinta parte de la actual. Y si nos fijamos solo en los bebés de madres españolas de origen en 2019 (menos de 260.000) seguramente habría que remontarse al siglo XVI para ver números similares, cuando la población de España era de unos 5 millones de personas nada más”. Resulta lógico que cuando la vida pierde todo sentido, no se quiera transmitar a posibles descendientes, lo que además reporta una vida materialmente muy cómoda a quienes se apoltronan sobre el colchón del egoismo que cierra las puertas a la vida.

 Ya me dirán a mí si los llamados embriones “sobrantes” en la fecundación in vitro no tienen las mismas posibilidades de salir adelante que los embriones “triunfantes”, si no tiraran a los primeros al cubo de la basura

Y a la vista de tan calamitosa situación… Ahora, ¿le echamos la culpa a alguien o nos arremangamos para arreglarlo? Apostaríamos por la primera propuesta y culparíamos al PSOE y a Podemos, si fuéramos tan cínicos como lo han sido los movimientos más conocidos que dicen defender la familia y la vida, para quienes el aborto es malo cuando gobierna la izquierda, pero se ponen de perfil cuando están en el poder los partidos de derechas, de los que ellos son organizaciones pantalla.

Claro que hay personas generosas y sacrificadas que ayudan a las madres gestantes con dificultades, pero estas organizaciones no son tan conocidas; estas no quieren publicidad ni figurar, solo aspiran a salvar vidas de un modo callado, por eso yo no romperé su humilde y eficaz actuación dando su nombre. Yo conozco alguna, una de ellas no hace mucho ha organizado un bautizo con treinta bebés rescatados de los abortorios. Pero insisto, este tipo de asociaciones no son las del sistema, y a diferencia de las oficialistas  son confesionales y bautizan a los niños.

Los defensores de la familia y los provida oficialistas son los que reciben subvenciones de los partidos políticos a través de los comuninades autónomas o de los ayuntamientos donde gobiernan. Los profamilia y provida oficialistas no ven incompatible su declaración de aconfesionalidad con la promoción que les hacen en los medios de comunicación de los obispos, como COPE y Trece TV. Su pretendida aconfesionalidad tampoco fue incompatible con la utilización de las parroquias para anunciar las manifestaciones que hicieron hace años, según decían, en defensa de la familia y de la vida. En fin, dicen que son aconfesionales, pero por su origen y por sus hechos son más clericales que el hisopo del calderillo del agua bendita. 

Y si nos fijamos solo en los bebés de madres españolas de origen en 2019 (menos de 260.000) seguramente habría que remontarse al siglo XVI para ver números similares, cuando la población de España era de unos 5 millones de personas nada más”

Y digo que hicieron y ya no hacen, porque han perdido su capacidad de convocatoria. Tantas buenas gentes que acudían a las manifestaciones de hace años, se han dado cuenta de que estaban siendo manipuladas para justificar que el aborto solo es malo cuando gobierna el PSOE. La ejecución de esta grosera manipulación se la han pagado a alguno de los líderes profamilia y provida con un carguillo político o con un asiento remunerado en el consejo administración de una empresa pública. Pero también gracias a tan mezquina manipulación, desgraciadamente, hay que admitir como dije en un artículo publicado hace meses que el movimiento provida español ha sido abortado por venderse al Partido Popular y que los providas oficiales de las asociaciones de defensa de la vida y de la familia, que decían ser apolíticas y aconfesionales, no eran otra cosa que organizaciones pantalla del Partido Popular.

Tampoco ha estado acertada la diputada de Vox Lourdes Méndez Monasterio en el debate parlamentario, previo a la aprobación de la ley de eutanasia. Después de tantos años de militancia en el Partido Popular de esta señora, sigue con la querencia de utilizar argumentos laterales para defender la vida, sin entrar en el fondo de la cuestión, como sí que lo hacen sus adversarios políticos para defender la ley de eutanasia. Y así no hay manera ni de convencer ni de ganar.

 La eutanasia no es como el aborto, que exige la existencia de una clínica y un quirófano. Al abuelo, a partir de la aprobación de esta ley, se le podrá hacer, legalmente, 'un Fernando VII'

La diputada de Vox Lourdes Méndez Monasterio utilizó argumentos mercantiles en el Congreso para critica la ley de eutanasia. Dijo que con esta ley se abren las puertas al negocio de las clínicas privadas, lo cual además de que se pudiera interpretar como una justificación para aplicar la eutanasia en los hospitales públicos, es mentira. No tiene razón Lourdes Méndez Monasterio, porque la eutanasia no es como el aborto que exige la existencia de una clínica y un quirófano. Al abuelo a partir de la aprobación de esta ley se le podrá hacer legalmente un Fernando VII.

Me explico. Sucedió que en 1823, cuando entraron en España los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer el absolutismo, el Gobierno liberal y la Cortes huyeron de Madrid y se trasladaron a Sevilla. Y cuando decidieron refugiarse en Cádiz, como en tiempos de la Guerra de la Independencia, Fernando VII dijo que solo le trasladarían a esa ciudad si le ataban. Intervino entonces Alcalá Galiano, para recordar que el artículo 187 de la Constitución preveía la incapacitación del monarca en caso de encontrarse en imposibilidad física o moral para el ejercicio de sus funciones. En consecuencia, las Cortes interpretaron que la negativa del monarca a huir de sus enemigos, era una muestra clara de que el rey no estaba en sus cabales y el Parlamento votó afirmativamente la declaración de su locura, se le incapacitó y se nombró una regencia.

En el aborto, a quienes la ley autoriza para dictar sentencia de muerte es a la madre o a lo sumo al padre y a la madre, en la eutanasia se amplia el número de quienes pueden decidir: hijos, nietos, familiares, médicos y cuidadores. Y además no hará falta ni gastarse dinero en un taxi para llevar al abuelo a una clínica, bastará con hacerle un Fernando VII. La sentencia de muerte se podrá ejecutar por un módico precio en el domicilio familiar, donde se recibirá por mensajero un paquete con la inyección de la muerte. Se declarará incapacitado al abuelo, porque está loco de remate ya que se empeña en vivir más de la cuenta, y a continuación un pinchacito y a heredar. Esa será la lógica actuación de quienes han renunciado a tener hijos para vivir a cuerpo de rey… Llegado el momento e impulsados por el egoismo que ha orientado toda su vida, ahora legalmente, segarán la vida de sus mayores para seguir disfrutando de los bienes materiales que esos abuelos “locos” se empeñan en retener, alargando su vida más a allá de lo que a sus verdugos les parezca razonable. 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá