No se tocarán cuotas sociales, ni IVA, ni IRPF, ni sociedades. El PSOE advierte a los nacionalistas: el 50% del gasto público se lo reserva el Estado central. Fomentará la titulización de hipotecas para reactivar el sector inmobiliario: es decir, más burbuja financiera. ZP asegura que sorteará la crisis económica gracias al superávit acumulado. Se emperra en el suicido de negar la energía nuclear. En 2012 llegará al 0,7% del PIB para ayuda al Tercer Mundo... a la manera progre
"Más productividad, sin subir impuestos ni reducir prestaciones". Es la ecuación imposible que ha presentado José Luis Rodríguez Zapatero en su discurso de investidura como presidente del Gobierno, recitado en el madrileño Congreso de los Diputados durante 85 minutos en la mañana del martes 8.Ha sido un discurso económico-feminista, porque, una vez conseguido el objetivo de repetir en Moncloa, ZP se ha vuelto más catastrofista que la oposición acerca de la actual crisis económica. Al tiempo, incluso recurriendo a la mentira habitual sobre la marginación salarial de la mujer, ZP ha dejado claro que su prioridad son los derechos de la mujer en todos los campos, también en la empresa, si es el caso, y lo será, con las armas del Boletín Oficial del Estado en la mano.
Por lo demás, ahora lo que importa es enfrenarse a la crisis económica. Entre las medidas anunciadas por el candidato a la Presidencia las hay buenas y no tan buenas. Por ejemplo, es buena la desaparición del impuesto sobre el patrimonio, vieja reclamación de los liberales, que no de la izquierda, por aquello de que grava una renta ya gravada con anterioridad. Se trata de un impuesto sobre la propiedad. También es buena la promesa, sin concretar, una reducción del impuesto de sucesiones y donaciones.
Noticias malas: que no se reducirán los impuestos importantes, a pesar de una legislatura anterior donde la presión fiscal se disparó. En España hoy pagamos tantos impuestos como en los países de Europa Occidental pero cobramos mucho menos. No bajará cuota, ni IVA, ni IRPF -éste último la gran promesa electoral del PP- salvo los famosos 400 euros. Por tanto, España seguirá siendo un país de impuestos altos y salarios bajos, cuya economía funciona gracias a que los trabajadores españoles cobran mucho menos que sus homólogos alemanes, británicos, franceses o italianos.
Recordemos que el gran cierto económico de la gestión socialista, incluso por encima de la del PP, ha sido la de lograr superávit público. Por eso, ahora tiene un colchón para mantener prestaciones y aumentar la inversión del Estado, sobre todo en obra pública, instrumento clave para paliar la crisis.
Otra propuesta, esta vez negativa: Se facilitará la titulización para financiar viviendas. Es decir, aumentará la burbuja financiera, la especulación de los mercados, responsable última de esta crisis. Titulizar no es más que una forma de especular sobre un producto financiero que si presta un servicio a la economía real... que es lo que ha ocurrido con las ‘subprimes'.
Además, por vez primera en cuatro años, ZP advierte a los nacionalistas: el Estado central se reserva un 50% del gasto público. Eso sí, dadas las proporciones elefantiásicas que han adquirido las comunidades autónomas, los perjudicados, es decir, los ayuntamientos, seguirán sometidos a la tentación de la corrupción en la edificación o a aumentar los impuestos -y las multas y sanciones- que son de su competencia. Recordemos que una de las prioridades de ZP para esta legislatura es no bajar los impuestos. De otra forma, las cuentas no salen. Y por supuesto, aunque sabe que es muy probable, ZP ni menciona la posibilidad de que volvamos al déficit público.
Medida positiva, aunque escasa: el salario mínimo subirá hasta los 800 euros (hablamos de bruto mensual y en 2012), y la pensión mínima con cónyuge a cargo a 750. No, no es mucho, pero, en materia de SMI, es mucho más de lo que ofrecía el PP.
Medida demagógica: se reducirán los trámites para la creación de empresas. La verdad es que lo que se necesitaba era reducción de impuestos para las PYMES, que son las grandes creadoras de puestos de trabajo.
Otra medida demagógica es exigir la paridad en cargos en las empresas privadas. Si es privada, no se puede exigir, pero ZP es, antes que nada, feminista.
Reducir la temporalidad del 33 al 35%. La verdad es que en una legislatura el PSOE no ha conseguido reducir nada, lo que se dice nada, la temporalidad. Además, todo el mundo sabe que la única manera de acabar con la precariedad es establecer el despido libre pero pagado. Sólo que este es un tema tabú para los sindicatos y ZP no quiere broncas con las dos centrales mayoritarias, UGT y CCOO, cuyas cúpulas le apoyan por razones ideológicas.
Otra medida, en este caso en el capítulo de "sostenella y no enmendalla": No a la energía nuclear, verdadera obsesión ideológica de ZP en la que no creen ni tan siquiera algunos de sus ministros. ZP ha vuelo a vender el Protocolo de Kyoto y cambio climático al estilo Al Gore, es decir, lo que está condenando a España a financiar energía eólica y solar, incapaces de asegurar el suministro, encarecedoras de la tarifa y con la que el conjunto de los españoles, a través de sus facturas y sus impuestos, está haciendo más millonarios a operadores como la familia Entrecanales y a empresas como Iberdrola, Endesa o Fenosa. La energía nuclear, barata y limpia, nos la venderá Francia, la gran potencia nuclear europea. ZP nos condena a la dependencia del exterior y a la colonización energética.
0,7% del PNB dedicado al Tercer Mundo. Medida positiva... de no ser por los objetivos a los que destinan ese dinero las feministas radicales del PSOE, dirigidas por Leyre Pajín y Trinidad Jiménez, principales responsables del reparto de ese dinero, con destino preferente a obras "progresistas". Por ejemplo, no al hambre en el mundo sino a la distribución de anticonceptivos, o programas de salud reproductiva que significan justamente eso que está usted pensando, así como a créditos subvencionados a gobiernos afines al PSOE. Porque lo importante en la ayuda al desarrollo no es el cuánto, sino de qué desarrollo estamos hablando.
En resumen, la receta contra la crisis de Zapatero es poco liberal y muy socialistas de la vieja escuela: más impuestos y más inversión pública. El problema es saber qué ocurrirá si la inversión pública no absorbe a los parados sobrantes, además del riesgo lógico, quizás un punto necesario, de que vuelva a dispararse el déficit.
En política empresarial, lo más peligroso es empeñarse en el Protocolo de Kyoto a costa de la onerosa factura de las renovables, en lugar de optar por la energía nuclear, que no provoca calentamiento y es mucho más barata, eficiente y permite ofrecer energía barata a empresas y ciudadanos. ZP se niega a seguir el mismo camino por el que han optado Francia y Reino Unido, así como, indirectamente -tras el acuerdo ENEL-EDF-Italia-. Y eso nos condena a la dependencia y a la carestía.