Por lo general, los comentaristas aluden al hecho de que Obama, como buen presidente americano, cita a Dios (y, por cierto, se refiere inequívocamente al Dios de los cristianos), palabras prohibida en España y cada vez más en Europa, porque ofende oídos delicados, ante los que chirría la mera invocación de Dios aunque no blasfemar su nombre.
Discrepo del consenso de los analistas. Sí, sé que ZP es ridículo, y que no cita a Dios sino para apostrofar de él, por la misma razón que una señorita victoriana enrojecía cuando se citaba la palabra "pantalones". Pero el dios que cita Obama, aunque su credo de referencia resulte inequívoco, me parece también un dios delicuescente. El dios de Obama fomenta el aborto, ataca a la familia, defiende el capitalismo y amenaza a los enemigos de Estados Unidos. Sin embargo, miren por dónde, resulta que es un dios socialdemócrata. Por tanto, ahí no veo mucha diferencia entre ambos. El uno dice no cree en la existencia de Dios y el otro cree en un dios que no existe.
La solución a la ecuación es sencilla: Obama es un progre y ZP también. El primero no ha alcanzado el grado de ridículo del segundo, pero es porque no nació en Europa. Ahora bien, ambos coinciden en que ser progres, y uno de los mandamientos progres es que, si defiendes el aborto, ya puedes dedicarte a forrarte el riñón violentamente, porque seguirás siendo de izquierda. Por lo menos socialdemócrata. Y así, ese genio de la ciencia política apellidado Zapatero, bien puede calificar de socialista un discurso en el que se lanzan loas al mercado en un país que se ha hundido, y ha hundido al mundo, desde el mercado financiero de Wall Street.
Eulogio López
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