El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, había marcado todo un estilo político de austeridad e incluso cierta espiritualidad en su regreso vacacional. La visita a los monjes de Silos y la partida de dominó en Quintanilla de Enésimo, en Valladolid, se convirtieron en la seña de identidad de un hombre de costumbres que manifestaba con esta imagen el apego a las tradiciones y el espíritu castellano.
Zapatero quiere marcar distancias. Para empezar, baja de su residencia veraniega de Mahon para saludar a los periodistas. Un gesto de acercamiento y de protección de su intimidad, que no mostró el matrimonio Aznar-Botella. Pero, además, ZP ha anunciado que comenzará el curso político con los mineros leoneses y asturianos de Rodiezmo. Zapatero recupera el discurso y regresa a la tierra, donde Alfonso Guerra acusaba a Mariano Rajoy de "mariposón", mientras el hoy presidente del Gobierno sonreía. Dos en uno, como Felipe González.