Y hay otro consenso en la City, tanto entre críticos como entre sus simpatizantes. ZP es mediocre. Para sus defensores, un hombre que no asusta, que no es engreído, cercano; para sus detractores, un verdadero Mr. Bean, un ‘bluf' que esconde un enorme vacío, una insufrible superficialidad intelectual. Pero ni unos ni otros le calificarían como un líder, o como un hombre brillante. Todo el mundo económico es consciente de hasta dónde puede llegar -y hasta dónde no- el presidente del Gobierno.
No es esa la idea de ZP, un personaje que se niega a poner límite a su mandato, y que tiene metida en la cabeza la idea de superar los 13 años de Felipe González en Moncloa. Alrededor de su persona ha puesto muchas barreras especialmente mediáticas. Ningún presidente de la democracia española ha sido tan protegido por los medios como el actual inquilino monclovita. Con ese escudo, puede aguantar mucho tiempo, o al menos eso piensa.
En cualquier caso, el mundo económico, ese que sólo ve la feria según le va en ella, no parece especialmente alarmado por la frivolidad de ZP, la misma frivolidad que le llevó a aceptar el que EDF entrara en Iberdrola. Es un buen ejemplo: su metedura de pata es mala para Ignacio Galán pero buena para Florentino Pérez. Sin lugar a dudas. Es muy mala para el conjunto de los españoles pero eso, ¿a quién le importa?
Eulogio López
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