El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, intentó quitar importancia a los silbidos durante la parada militar pero no lo consiguió. Miguel Barroso insiste: no hay tiempo para cambiar de estrategia, ahora toca dureza ante los separatistas, progresismo anticlerical y forzar el presupuesto público antes de que se note la crisis económica. Por su parte, el PP fiará la victoria a "conseguir un voto más" que el PSOE y a la unidad de España. Para Pío Escudero, la clave es "el efecto De Juana Chaos"
La fiesta nacional del 12 de octubre ha puesto todas las cartas sobre la mesa: Es el ‘No va más', en el escenario político español. Durante la parada militar, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, llegó por un camino inesperado hasta la Tribuna, lo que le evitó el abucheo preparado por buena parte de los presentes, que le consideran un enemigo de España. Sin embargo, el público no perdió la oportunidad de silbarle e insultarle cuando se dirigía, detrás de SM el Rey de España, a rendir homenaje a los soldados muertos en misiones en el exterior, o cuando, finalizado el desfile, se retiraba, camino de la recepción en el Palacio Real de Madrid.
Es muy duro para un presidente ser abucheado. Los inquilinos de Moncloa se enorgullecen de haber sido votados por millones de personas, y no saben cómo reaccionar cuando, en directo, unos centenares se atreven a mofarse de ellos. Además, no en cualquier lugar, sino en un escenario preñado de significado: la parada militar de la Fiesta Nacional. Felipe González ha comentado muchas veces que uno de los peores momentos de su vida política fue el ambiente hostil que le prepararon los universitarios madrileños durante un acto público. Ahí comenzó el declive de su imagen pública. Precisamente a él, que se sentía el político más querido por la juventud española.
En los corrillos de palacio, Zapatero comentaba a los periodistas que hay libertad de expresión y que ya está acostumbrado a los abucheos, pero la verdad es que no se acostumbrará nunca. Además, esta edición de la Fiesta de la Hispanidad venía precedida por la curiosa iniciativa del líder de la oposición, Mariano Rajoy, que había pedido a los españoles –y algún éxito ha tenido, al menos en Madrid, Valencia, Zaragoza y otras ciudades- que adornaran sus domicilios con la bandera nacional. Rajoy aprovechaba así el sentimiento de ofensa de muchos españoles ante los excesos nacionalistas a los que, considera, ha dado pábulo Zapatero.
No sólo eso. La actualidad española es vista por la prensa europea e hispanoamericana desde el cedazo de los comentarios críticos hacia la Corona y la quema de efigies de los Reyes. Pues bien, Zapatero ha desaprovechado otra oportunidad de resaltar la figura del Rey. De nuevo, en el besamanos de Palacio, ni él ni su esposa, Sonsoles Espinosa, realizaron la perceptiva inclinación de cabeza en la salutación a los Reyes, detalle que no olvidaron Mariano Rajoy y su señora, Elvira Fernández. La costumbre de saludar a los Reyes con un apretón de manos, como si se tratara de un viejo amigo, procede de Carmen Romero, esposa de Felipe González quien, en 1983, requerida por sus atentados al protocolo, contestó que la esposa de un hombre que ha obtenido 10 millones de votos no se inclina ante nadie. Un detalle, si se quiere, pero que convierte en más que verosímil la crítica –sin duda interesada- de Rajoy a ZP: es usted quien con su actitud alienta las injurias contra el Rey, garante de la unidad de España.
Lo cual nos lleva a una conclusión que este 12 de octubre ha elevado a la condición de inequívoca: como afirman en Moncloa, en esta legislatura "ya está vendido todo el pescado". Los populares, se han convertido a los ojos de los españoles, en los guardianes de las esencias de la unidad de España y, en cualquier caso, no hay tiempo para cambiar de estrategia. Así el consejero con más ascendente sobre ZP, el director de la Casa de América, Miguel Barroso, (ese curioso personaje contra el que arremete Juan Luis Cebrián aunque, cosas veredes Sancho, no tiene nada que ver ni con el Gobierno ni con sus enemigos de Sogecable-Mediapro) es que se culmine la incomunicación PSOE-PP y se insista en la lucha entre la España progresista de izquierdas y la España inmovilista de los conservadores del PP.
Barroso, mucho más influyente ante ZP, que su amigo Miguel Conteras, que el ministro del Interior, Rubalcaba, o que Pepiño Blanco y la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, considera que hay que mantener la alianza social-nacionalista, para aislar al Partido Popular, una estrategia perfectamente reflejada en la portada de Público, el periódico del socialismo popular y montaraz, edición fiesta de la Hispanidad: "Otro banderazo del PP", así como en su chiste de contraportada: "El Día de la Histrionidad", con un legionario y el animador del Selección de fútbol, Mariano el del Bombo como arquetipos de la España que exhibe la bandera nacional.
Pues buen, si este es el ambiente que se respira en Moncloa, el abucheo del viernes fue la puntilla. Eso sí, Barroso insiste en que, si no es posible arrebatar al PP el protagonismo en la defensa de la unidad de España, sí debe borrar Zapatero su aspecto de pactista con el terrorismo, su imagen de coqueteo con ETA y con Batasuna. Barroso muestra a quien quiere oírle los gráficos de los distintos institutos de opinión que realizan encuestas periódicas. Fue a finales de marzo y primeros de abril cuando, por vez primera en toda la legislatura, el PP consiguió el ansiado empate en intención de voto con el PSOE e incluso algunas encuestas le situaron por delante. En definitiva, el escándalo de ver a un asesino, de Juana Chaos, saliéndose con la suya en el chantaje al Estado, fue demasiado para muchos votantes.
Todo cambió cuando el 6 de junio ETA rompe la tregua. Es en ese momento cuando Barroso decide que ZP está obligado a romper amarras con los independentistas, en convertirse en más duro con ETA y los proetarras que el propio Partido Popular. En ello estamos, llegando a la encarcelación por parte del juez Garzón, de 17 dirigentes de Batasuna.
¿Es Garzón un juez independiente, como repite el portavoz socialista López Garrido? Seguro que sí. Los jueces españoles no se venden, sólo son esclavos de su ideología. Ahora bien, lo más fácil del mundo es movilizar a un juez independiente. Por ejemplo, don Baltasar actuó contra los ex HB tras un informe de los espías del gubernamental CNI, según los cuales –son muy inteligentes- los jefes de Batasuna preparaban una campaña de apoyo a ETA. Es lo que han hecho siempre, pero el informe sirvió a Garzón como base para actuar contra los etarras.
Pues bien, la estrategia de dureza con ETA – que terminará si gana las elecciones- culminará en diciembre-enero, en vísperas electorales, con la ilegalización de ANV. Se trata de arrebatarle a Rajoy el monopolio de la firmeza frente al nacionalismo radical. O eso, o un atentado mortal de ETA contra intereses socialistas. Pero eso, claro, no es programable ni deseable.
Pío García Escudero, coordinador electoral del Partido Popular, también habla del "efecto De Juana", es decir, el límite de aguante que muchos españoles, también muchos votantes socialistas, están dispuestos a permitirle a Zapatero, el que podía hacer que los 750.000 votos que deciden las elecciones en España, se pasen del PSOE al PP o que los 2 millones de votos socialistas no muy asentados, decidan quedarse en casa y no ir a votar.
Por lo demás, para ZP todo continuará igual: al voto ‘anti', es decir, el voto progresista, de los miles de españoles que votan ‘contra los curas' o ‘contra la derecha' se seguirá saciando con medidas "sociales". La última: la eutanasia que preconiza el ministro de Sanidad, Bernat Soria. Eso, y ayudas estatales, aprovechando el superávit público y antes de que llegue la crisis económica, o, dicho de otra forma, antes de que la crisis provocada por la especulación que impera en los mercados financieros e inmobiliarios de todo el planeta, alcance a las economías particulares de lleno, un desastre que se espera para mediados de 2008. Entonces ya no serán posibles las subvenciones tipo chequé-bebé o ley de dependencia y, además, será necesario reducir prestaciones públicas o aumentar los impuestos.
Mientras, Rajoy continua con su estrategia de explotar el monopolio que tiene sobre la unidad de España y de exigir al Monarca la formación de Gobierno si obtiene un solo voto más que Zapatero, aprovechando que el propio ZP ha dicho lo propio: que no gobernará si no obtiene un voto más que el PP.
Así que el Día de la Hispanidad ha servido para aclarar un montón de interrogantes. Rubalcaba sigue gritando que hay que pactar con el Partido Popular una serie de cuestiones de Estado, y que en ese pacto -que PSOE y PP reclaman de boquilla pero que ninguno de los dos desea- los socialistas tienen más que gran que le PP. Pero no. Se ha impuesto la tesis Barroso: no pactar con el PP y mantener los lazos social-nacionalistas. Mucha política social aunque la caja del Estado quede a cero y, eso sí, borrar la imagen de coqueteo gubernamental con ETA que ha presidido toda la legislatura. Para ello, nada mejor que ilegalizar ANV. Y si fuera necesario, el CNI preparará otro informe inculpatorio para don Baltasar Garzón.Por si no había quedado claro, el mismo día 12 los proetarras de ANV anunciaban su intención de presentarse a las Generales de 2008, después que ZP, aprovechando una justicia independiente, les permitiera presentarse a las municipales del pasado 27 de mayo. O sea, verde y con asas.