Un medio próximo al Gobierno Zapatero afirma que comienza a moderarse el precio de la vivienda, dado que un trimestre (tasa anual, que es como debe medirse) la vivienda ya no ha subido un 17,4%, sino un 17,1%. Esto nos ha dejado a todos muy reconfortados. Para compensar el asunto ha acudido al quite la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, para explicarnos que la función del neonato Departamento que lidera no es la de reducir el precio de la vivienda, sino la de proporcionar vivienda a quien ha quedado "marginado" del mercado y promocionar "el alquiler".

 

Yo pensaba que sí, que el principal problema de la vivienda era su carestía, que se lo pone muy difícil a las jóvenes parejas para formar una familia, por no decir imposible. La vivienda es la principal condición material para crear un hogar.

 

Para que baje el precio de la vivienda hay dos posibilidades: la liberal y la estatista. La primera consiste en liberalizar el suelo y que cada cual construya respetando unas normas de urbanización. En principio no me disgusta, como todo aquello que conlleve la palabra libertad. Sólo que en la práctica parece no haber funcionado: la demanda de vivienda en España es tan fuerte y permanente, que los precios siguen disparados. Y esto por varias razones: los empresarios se empeñan en mantener márgenes abusivos, los tenedores de suelo se empeñan en convertirse en especuladores, los ricos que invierten en pisos, que consideran más rentables que la bolsa, los jubilados extranjeros de altas pensiones nacidas del Estado del Bienestar vienen a comprar pisos a España, donde quieren pasar sus últimos años de vida, España se ha convertido en tierra de inmigrantes (estas dos últimas causas son positivas, no negativas) y, por si fuera poco, las familias rotas que no necesitan un piso, sino dos. Por último, la urbanización extrema de España, donde el 80% de la población vive hacinada en unas grandes macro-urbes, mientras el resto del país permanece desierto.

 

La solución socialista es distinta: se trata de multiplicar el número de viviendas de protección oficial. Ahora bien, a los inmobiliarios no les gustan las Viviendas de Protección Oficial (VPO) ni las viviendas de precio tasado  por la sencilla razón de que ganan menos. Es decir, que el Gobierno estaría obligado a pagarles más por módulo.

 

En otras palabras, si Zapatero cumpliera su programa electoral, con la construcción de 180.000 viviendas al año (la promesa electoral más sonada del PSOE, la misma que hizo exclamar a la ministra Trujillo aquello tan bonito de que "lo que se dice se hace"), el equilibrio fiscal se iría al garete, aunque siempre serían mejor que las cuentas públicas francesas y alemanas. Al mismo tiempo, hay que recordar que la vivienda es el mejor creador de puestos de trabajo, precisamente en aquel segmento de ciudadanos más difíciles de integrar en el mercado laboral, esto es, aquellos que no tienen formación.

 

Ocurre, simplemente, que el Ejecutivo Zapatero es progresista en lo social (divorcio, aborto, eutanasia, anticlericalismo, matrimonio gay), pero, como ocurriera con el Felipismo, se nos vuelve extraordinariamente capitalista en lo económico. O sea, lo de siempre. Personalmente, me gusta mucho más la solución socialista al gravísimo problema de la vivienda.

 

Eulogio López