Hablamos de 1.650 millones de dólares, mucho dinero para una empresa quebrada. Es como si volviera a repetirse el espectáculo de las punto.com, la primera burbuja bursátil del siglo XXI, que ha tenido a los mercados financieros por los suelos e el cuatrienio 2000-2004.

Pero es lo que ha pagado Google por Youtube, el portal donde cada cual puede exhibir los vídeos que le vengan en gana. En la sociedad de la imagen quien se hiciera con el cuasi monopolio de los vídeos, con una sociedad enloquecida por grabar su vida, en lugar de vivirla, el asunto tenía que ser un éxito. Youtube es un éxito, sólo que estaba en quiebra porque una cosa es tener audiencia y otra muy distinta rentabilizar esa audiencia.

Respecto al comprador, no olvidemos que Google es el imperio del fondo, de los contenidos, frente al imperio de la forma, la tecnología, que representa Bill Gates. Gates nos vende software y Google financia sus búsquedas con publicidad. Ese es su problema, dado que es sensible para la censura. Google, en definitiva, es una maravilla, pero susceptible de ser censurado. Ejemplo : para entrar en China, la mayor tiranía del planeta, se ha visto obligado a admitir la censura del Gobierno de Pekín.

Centrémonos ahora en Youtube. El análisis de los grandes medios internacionales, por ejemplo The Economist alude a que Youtube precisa de Google porque este dispone del dinero suficiente para pagar el ejército de abogados que le defienden de las acusaciones de atentado contra la propiedad intelectual, uno de esa presuntas causas nobles, de corte presuntamente romántico, cuando estamos hablando de dinero y de control de la información que fluye por la WWW.

No, en el caso Youtube operan dos principios contrapuestos. Por un lado, Youtube es una maravilla, dado que las cortapisas jurídicas al uso de cámaras en muchas ocasiones no tratan de respetar la intimidad de las personas sino de proteger los desafueros de los poderosos, que es distinto. Cuado un poderoso miente, prevarica o humilla al menesteroso, y niega todas esas cosas, el vídeo se convierte en la mejor arma en manos del débil para defenderse. Por eso, las legislaciones, escritas por los poderosos, defienden, ora la propiedad intelectual, ora el derecho a la intimidad, para cercenar la libertad de expresión en de defensa de los débiles. En este sentido, Youtube es una maravilla.

Ahora bien, en esa maravilla radica también el germen maligno : el uso del anonimato, la cobardía institucionalizada en Internet. En el fondo, Youtube no es más que un servidor ciego, que jugando con el binomio universalidad de Internet-localismo legal, se salta todas las fronteras y permite todo tipo de injurias y calumnias desde la impunidad del anonimato.

O sea, como la red misma: un paraíso de la libertad y el reino de la cobardía, todo a un tiempo. Convendría mantener lo primero y censurar lo segundo. Convendría que Google se pusiera manos a la obra motu proprio, sin necesidad de que se lo imponga el Gobierno de Pekín.

Eulogio López