Un niño de 12 años empuñó su arma y vistió el uniforme de camuflaje de los Grupos de Autodefensas Unidas de Colombia.

Cada año unos catorce mil niños son alistados, unos engañados, otros secuestrados y algunos empujados por sus progenitores, para las diversas operaciones de los mercenarios: Bandas Emergentes o Grupos de Narcos. Al final acaban cumpliendo misiones de inteligencia, instalando minas antipersona, se truecan en francotiradores, guerrilleros, porteadores, esclavos carnales y mano de obra para los cultivos del narcotráfico.

Las cifras son angustiosas: una mortandad infantil que se eleva a 20.000 niños cada año.

Lo terrorífico es que, en el orbe, existen diecisiete países donde tropas rebeldes, incluso los gobiernos, siguen utilizando a los chiquillos en las conflagraciones armadas. Amnistía Internacional y Save the Children han delatado el alistamiento obligatorio de críos por parte de grupos islamistas en Mali, donde se les exige la participación en las escaramuzas bélicas.

En la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959, se asevera: "El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata."

Las guerras han liquidado a más de dos millones de críos, seis millones de lisiados y un millón de huérfanos en la última década. Han sido más de 15 millones de chiquillos expatriados. En toda la tierra hay más de 600.000 niños soldado.

Si bien el alistamiento de menores de 18 años, en las guerras dotadas de armamento bélico constituye un crimen de guerra, Amnistía Internacional ha revelado que en más de 35 países los ejércitos, las fuerzas paramilitares y los grupos armados de la oposición, descansan en soldados que no han cumplido los 15 años

Se envían chiquillos a primera línea de fuego, como patrulla y guardaespaldas; son cocineros y transportadores de armamento, el agua o los comestibles. Pero el caso de las chiquillas es degradante: son las primeras atormentadas por los abusos carnales realizados por el resto de los reclutas que les originan traumatismos penosos, embarazos y la infección del sida. Algunas crías han tenido que intervenir en actos sexuales y de canibalismo con los cuerpos de los adversarios ya cadáveres, bajo los efectos de las bebidas etílicas o las drogas.

Se repite, de nuevo, una campaña publicitaria bajo el eslogan: "Niño soldado". "Lo pondrán en primera línea. Y si muere, irán a una escuela a buscar otro. Y después a otro.". "Secuestran a los chiquillos con intención de convertirlos en auténticas máquinas de matar", afirma Jean-Charles, que realiza su labor solidaria en Guru, al norte de Uganda

"Cuando hacéis con la violencia derramar las primeras lágrimas a un niño, ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristeza, la envidia, la venganza, la hipocresía", escribió Azorín.

Clemente Ferrer
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