Juan Baselga es, desde el 1 de enero, nuevo presidente de Volkswagen Audi España. Pero no se dejen engañar por el nombramiento. Ya ocupó ese puesto durante los años noventa y el nombramiento de un español por el grupo alemán Volkswagen (VW) tampoco significa mucho.
La multinacional alemana Volkswagen, presuntamente privada, pero de hecho pública, por la participación de los lander germanos en su accionariado (equívoco éste muy habitual en Alemania), tiene muy clara que hay sobreproducción en el sector mundial y que si en cuatro años General Motors ha despedido a 50.000 obreros, a VW le sobran muchos. Por ejemplo, les sobran los trabajadores de SEAT. En pocas palabras, los alemanes quieren convertir SEAT en una empresa fabricante de coches de diseño, deportivos, utilitarios originales, etc. Pero para eso no se necesitan los 14.300 trabajadores de la compañía (casi todos en la planta barcelonesa de Martorell) ni el doble que trabaja en la industria auxiliar. El nuevo centro de diseño de Barcelona se alimenta de decenas de trabajadores, no de miles.
En la República checa, los trabajadores de Skoda cobran más que los de SEAT, en Alemania cobran menos, pero los puestos de trabajo alemanes no se tocan... porque las multinacionales continúan teniendo patria: allí donde se reúne su Consejo de Administración, el que recibe las presiones de los Gobiernos y sindicatos locales.
En resumen, si General Motors va a reducir, sólo en Europa, su plantilla en 12.000 personas, Volkswagen pretende un cierre escalonado y natural de SEAT, toda vez que mueran sus actuales modelos de automóvil por consunción. Eso sí, la multinacional continúa recibiendo las ayudas del Gobierno central y de la Generalitat catalana.